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Benedicto XVI: Catequesis sobre San Alberto Magno

25 de marzo de 2010

"Entre ciencia y fe existe una amistad y los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio de la naturaleza, un camino fascinante de santidad". Lo ha dicho el Papa durante la audiencia general del 24 de marzo en la Plaza de San Pedro, al presentar la figura de San Alberto Magno.

Queridos hermanos y hermanas

 San Alberto Magno, uno de los más grandes maestros de la Escolástica, nació en Alemania a comienzos del siglo trece, y profesó como dominico en Padua. Enseñó en la universidad de París y luego en Colonia, llevando consigo a Santo Tomás de Aquino. Por sus dotes y preparación, el Papa Alejandro IV lo quiso como consultor suyo por algún tiempo, y después lo nombró obispo de Ratisbona. Poco después se le concedió volver a su actividad docente y, en esta condición, contribuyó al desarrollo del segundo Concilio de Lyon, y también a la clarificación de la doctrina de Santo Tomás frente a algunas objeciones. Murió en Colonia, en olor de santidad, en mil doscientos ochenta. En el siglo pasado fue proclamado Doctor de la Iglesia y nombrado Patrón de los estudiosos de las ciencias naturales. Un título que destaca su prodigiosa cultura en muchos ámbitos del saber, desde la teología a las ciencias naturales. Pero que muestra también que no hay oposición entre fe y ciencia, y que estudiando las leyes de la materia se puede llegar, por analogía, al autor de la creación: la fe y la razón no se excluyen, sino que se armonizan y complementan.

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