Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación (Salamanca)

Los orígenes

El Monasterio de Santa María de las Dueñas, fue fundado en 1419 por Dña Juana Rodríguez, esposa de D. Juan Sánchez Sevillano, Contador Mayor de D. Juan ll de Castilla, que hizo donación de su palacio y otras construcciones contiguas, para convertirlas en un Convento de religiosas de la Orden de Santo Domingo.

Gobernaba la diócesis salmantina, Fr. Alonso de Cusanza, prelado dominico de gran reputación, que había sido Provincial de la Orden y confesor de Enrique lll.

En la carta fundacional, fechada el 6 de noviembre, da licencia a Fr. Pedro de Santa María, Vicario Provincial de la Provincia de y a Dña. Aldonza Manuel, Priora del Convento dominicano de Medina del Campo, para que tomen posesión de los edificios, a los que por primera vez denomina Monasterio de Santa María de la Consolación de las Dueñas.

Una segunda donación efectuada por Dña. Ana de Paz, noble señora de Salamanca y alguna ayuda de los Reyes Católicos, permitieron la construcción del maravilloso claustro y de la Iglesia. Este nuevo enriquecimiento del edificio monacal tuvo lugar en el año 1530.

La iglesia y el claustro

Es de estilo gótico con bóvedas de crucería, sin embargo, pueden apreciarse en ella la huellas del barroco grabadas en la dorada filigrana de sus altares.

En el centro del edificio monástico, y enmarcando todo su ambiente cinco veces secular, se halla el claustro, obra del más refinado plateresco español. Debe su factura a los tallistas de Rodrigo Gil de Hontañón, y aunque su conjunto es bello y armonioso, pueden distinguirse en las esculturas varias manos de distinta fortuna artística. Es de planta pentagonal irregular y consta de dos galerías superpuestas.

Guardado sigilosamente dentro de la más estricta clausura monacal, fue abierto al turismo el año 1962. Hoy, son multitud de turistas los que visitan esta joya plateresca, estas piedras inertes, y paradójicamente, llenas de vida.

Consagración, comunión, misión

 Consagradas a Dios para contemplar y celebrar su amor y salvación, las religiosas viven su consagración en una gozosa comunión de fraternidad dominicana, y se sienten y son apóstoles, enviadas al mundo para dar testimonio de la salvación y del amor de Dios a todos nuestros hermanos los hombres.

Dedican el tiempo más precioso del día a la liturgia, a la contemplación y a la oración: contemplan, cantan y celebran la gloria y salvación de Dios. La celebración de la salvación, es parte fundamental de la misión de la Iglesia y nosotras, las religiosas estamos llamadas a participar especialmente en esta tarea.

Contemplación, clausura, comunicación

Fieles a los elementos fundamentales de nuestra identidad y misión de contemplativas dominicas, la fisonomía exterior de nuestra comunidad, ha cambiado y se ha enriquecido en los últimos años. Asegurado el clima de contemplación, silencio ,y demás observancias, estamos abiertas a una comunicación variada con el pueblo de Dios. En una parte contigua al convento, tenemos una pequeña residencia ocupada por estudiantes universitarias durante el curso y dedicada a hospedería durante los meses de verano para los familiares y para quien desee vivir unos días de retiro y descanso. Las chicas que la ocupan durante el curso, nos acompañan en circunstancias especiales en la oración y conversan con nosotras a la vez que nos dan a conocer sus inquietudes espirituales y profesionales. Estamos también abiertas al encuentro con grupos de seglares que acuden a rezar con nosotras y a interesarse por nuestras vidas. Jóvenes (algunas extranjeras) han descubierto por primera vez en Salamanca el mundo para ellas ignorado de la vida contemplativa.

Vida Contemplativa

Las prisas nos envuelven; necesitamos hacer un alto en camino, hacer silencio en nuestro interior para escuchar la voz de Dios que nos habla de otros valores que no son de este mundo. Necesitamos encontrarnos con Dios. De ahí dimana el valor de la vida contemplativa.

El estudio

 El estudio forma parte genuina de la observancia de nuestra Orden. No sólo nutre la contemplación sino que formando las conciencias en la verdad, ayuda y favorece el cumplimiento de una vida verdaderamente evangélica.

La comunidad recibe durante el curso, varias clases impartidas por nuestro hermanos dominicos y se dispone de tiempo suficiente para dedicar al estudio y reflexión así como a la lectura formativa y espiritual.

Trabajo

 El amor a Dios y a la Iglesia es el secreto de nuestras vidas; amor que se transforma en oración, en canto y contemplación pero también es trabajo intenso: el amor es trabajo hecho presencia. Amor a Dios y a su obra de creación que se perfecciona mediante el trabajo humano; amor a las hermanas, pues del fruto de nuestro trabajo vive la comunidad; amor a todos los hombres, pues gracias a la venta del producto de nuestro trabajo, colaboramos a remediar algunas de sus necesidades. Hoy fundamentalmente nos dedicamos a la repostería y lavandería de tres comunidades dominicanas.

Familia Dominicana

Nos sentimos parte de la familia dominicana que está muy presente en Salamanca en todas sus formas: frailes, hermanas de vida activa y tercera orden de seglares. Con nuestra dedicación a la contemplación, recordamos a los frailes predicadores, a las hermanas de vida activa y laicos dominicos, que el principio de la predicación y enseñanza teológica, la acción y servicio a los hombres, es la escucha de la palabra de Dios y la contemplación y celebración del misterio de su amor y de su salvación.

Historia y futuro

Un halo de veneración han ido dejando durante estos siglos los centenares de mujeres consagradas que han vivido intensamente el ideal de la vida religiosa dominicana. Los nombres de algunas de ellas son recordados y venerados en la ciudad del Tormes. Con especial gozo conservamos los restos de "Tshikaba, la princesa negra" nacida en el año 1676 en Guinea de padres paganos, soberanos del Reino llamado"Mina Baja del Oro". Trasladada a España, en 1704 ingresó en el convento con el nombre de Sor Teresa Juliana de Santo Domingo formando parte de la comunidad salmantina de dominicas de Santa María de la Magdalena o de la Penitencia, donde vivió y murió en 1748 en olor de santidad. En 1810 el convento de la Penitencia fue destruido por los franceses. La comunidad fue acogida en nuestro monasterio de Santa María de la Dueñas, trayendo con ella los restos de la Negrita, Sor Teresa. Su proceso de beatificación va por buen camino. Obispos y los hermanos dominicos del continente africano, están interesados en verla pronto en los altares.

Monasterio de Ntra Sra. de la Consolación
M.M. Dominicas "Dueñas"
Plaza del Concilio de Trento s/n
37001 SALAMANCA