Juntos en colaboración

30 de marzo de 2017
Juntos en colaboración

Carta sobre la colaboración en la Familia Dominicana. Santa Sabina, mayo 1991

La reunión del M. O. con las Superioras generales de este año se celebró, como estaba previsto, el 17 de mayo en Santa Sabina. Participaron unas 60 Superioras de todos los continentes. La reunión fue cordial. Lo más importante fue la presentación y comentario de un Documento del M. O. sobre la colaboración mutua. He aquí el texto:

Bienvenidas a Santa Sabina. Vosotras sois nuestras hermanas, ésta es vuestra casa. Bienvenidas.

Quisiera hablar un poco sobre La colaboración en la Familia dominicana.

Nosotros dominicos tenemos una identidad bien precisa. Somos todos predicadores. Esta es nuestra vocación. Todo en nuestras vidas está orientado a esto. Compartimos esta vocación y yo creo que debemos como grupos (no siempre como individuos) intentar realizar nuestra vocación juntos.

La Orden dominicana nació como familia. Este fue el diseño de Domingo. La primera fundación en Prulla fue una fundación con un prior y una priora!

Si, en efecto, somos una Familia deberíamos tener mucho que compartir; comprensión, experiencia, una esperanza compartida deberían inspirarnos mutuamente y hacernos soñar un poco juntos. Sería un intercambio fértil de experiencia y comprensión, un intercambio mutuo que es creativo. Más aún, yo creo que nosotros deberíamos colaborar en el ministerio. Ya hemos comenzado, pero hemos tocado sólo la superficie.

Un poco de historia. En los tiempos modernos, un renovado interés en la Familia dominicana fue iniciado por Jacinto Cormier (1904-1916) y Buenaventura de Paredes (1926-1929). Paredes describió la Orden como “una familia particular e íntima de la gran familia cristiana”.

El urgió un fuerte espíritu de familia entre todos los dominicos y autorizó a las hermanas dominicas usar el O. P. al escribir sus nombres. También creó una comisión para promover “todo lo que pudiera contribuir a las relaciones de la familia y promover la unión íntima entre las diversas ramas”.

Un momento igualmente importante en la realización de la Familia dominicana tuvo lugar en 1968. Fr. Aniceto Fernández recibió numerosas preguntas de las hermanas sobre su lugar en la Orden. Esto dio ocasión a su famosa carta en la que escribió: “En este mundo moderno donde nuestro Salvador nos ha puesto para trabajar en su grande obra de salvación nosotros estamos llamados a abrazar juntos el espíritu y la tradición transmitida de santo Domingo, para buscar juntos el mejor modo de realizar nuestro apostolado y construir juntos nuestras comunidades en servicio de la Iglesia. Hoy día las mujeres están reclamando su total derecho a tener un lugar en el trabajo de la Iglesia. Por ello también, las hermanas deben tener su propio lugar en el apostolado de la Orden”...

Descargar texto