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Guía de pecadores de Fr. Luis de Granada O.P.

4 de noviembre de 2016
Etiquetas: Meditación / Mística
Guía de pecadores de Fr. Luis de Granada O.P.

Guía de Pecadores, de Fr. Luis de Granada O.P. tomando como texto base la Obra Doctrina cristiana, editada en Madrid en 1657 en la Imprenta de Melchor Sánchez. El original tiene 872 páginas in folio.

Edición on-line preparada por fr. José María O.P.

Indicaciones metodológicas

El Maestro dominico Fr. Luis de Granada fue hijo de una humilde familia de origen gallego (de Sarria, Lugo) que emigró a la Vega de la recién conquistada ciudad de Granada. Aquí nace Luis en el año 1504. Morirá en el convento de Santo Domingo, de Lisboa, en 1588. Por las fechas consignadas, vemos que se trata de un escritor clásico. Esto quiere decir que su lenguaje y manera de expresión (que se han procurado respetar fielmente en todos los textos aquí transcritos) pueden resultar un tanto insólitos a nuestros oídos actuales; aunque es, así lo dicen los críticos literarios, «modelo de castellano por su pureza, y lleno de imágenes felices». Más aún, uno de ellos dirá concretamente que Fr. Luis tiene «el habla sencilla, la palabra natural, que se viene sola a la pluma, el giro de elegante llaneza».

No obstante, son palabras y giros que no dejan por eso de pertenecer a un castellano antiguo, como bien se refleja en la edición del año 1657, de la cual se ha realizado la presente transcripción. Por esta razón se ha de procurar leer de forma reposada, sin prisa alguna, a fin de que no perdamos nada de la riqueza de su doctrina y pensamiento, que es lo que en verdad aquí nos importa.

En la presente transcripción de la Guía de pecadores se ha respetado íntegramente la estructura material del libro, consignándose todos sus capítulos y apartados, tal como se encuentran enunciados. En alguna ocasión sí se ha corregido la numeración, por estar equivocada, e incluso se ha dado título a algunos de los párrafos que carecían de él, siguiendo en esto a otras ediciones posteriores consultadas (1).

• Ortografía: Se ha transcrito el texto con suma fidelidad, manteniendo las voces anticuadas que aún recoge el Diccionario actual y respetando incluso su doble grafía en el texto, como ansí o así, mesmo o mismo, etc. Cuando alguno de los términos es raro, se pone entre corchetes [ ] su significado actual, en letra cursiva, para que el lector lo diferencie con claridad. También están entre corchetes las citas que no tienen referencia marginal.

En dos o tres casos se ha cambiado la grafía antigua, como lición por lección, o huiga por huya. También se corrigieron las letras uve, be, hache y otras, cuando fue preciso.

Otras voces, que ya no figuran en el DRAE, pero que no ofrecen dificultad de lectura, como mormurar, escurecer, etc., se han dejado. Lo mismo que ciertas contracciones desusadas, respetando la doble grafía del texto, como deste y de este, dello y de ello, dél y de él.

El artículo el de algunos sustantivos masculinos —el ayuda, el araña, el alegría, el ausencia, el amistad, el avaricia, el aldaba, etc.— se ha cambiado por la. Sólo en el sustantivo ambiguo orden se ha procurado respetar el doble uso que hace el texto: el orden y la orden.

También se han dejado algunas modalidades de conjugación arcaica: oístes, hicistes, dijistes, diríades, holgaríades, aborrecerte ha, serte hía, seguirle híamos, etc.

En cuanto a los signos de puntuación, se han corregido aquellos que daban lugar a posibles ambigüedades o equívocos. Lo mismo, algunos signos de acentuación, o de interrogación. Tan sólo espero no haber errado.

• Citas: A fin de destacar las citas bíblicas, se han transcrito en letra cursiva. En los casos que difiere notablemente de su lectura actual, se cita el texto latino a pie de página (2).

Asimismo se ha puesto entre comillas angulares («») lo que corresponde a citas que hace Fr. Luis, sin que deba tomarse, por ello, como cita fiel y exacta. También se ponen entre comillas aquellas expresiones que parecen populares. Asimismo se han destacado en letra cursiva, o bien entre comillas, los vocablos o expresiones que así parecían exigirlo.

• Otras indicaciones: A veces se encontrará algún texto que irá precedido con el símbolo de un dedo índice (en la edición digital es una lambda: Λ). Aunque estos no se corresponden con los que trae el original, los he usado para resaltar aquellos textos que juzgo fundamentales, válidos en cualquier andadura espiritual. Sea cual fuere el método de andar —«son tan diversos como diversos son los maestros espirituales» (CEC 2707)—, siempre es bueno disponer de acertadas pautas de discernimiento, tanto para no errar el camino, como para evitarnos el peligro de no progresar. Más subjetivo ha sido el hecho de haber destacado con letra negrita algunas frases de los textos transcritos. En estos casos ha sido únicamente el criterio y el gusto personales... Que cada cual destaque los que bien le parezca. Disculpen que yo me haya adelantado... Algún privilegio tenía que tener mi ímproba tarea.

También alguno de los capítulos o párrafos recogen a pie de página algún texto del Catecismo actual de la Iglesia. Son citas que, a manera de hitos, pueden ser de gran utilidad y ayuda en relación con el tema que se está tratando. En tales casos, valga recordar que el Catecismo de la Iglesia Católica es una fuente de referencia segura, por «presentar fiel y orgánicamente la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva en la Iglesia y del Magisterio auténtico, así como la herencia espiritual de los Padres, de los santos y las santas de la Iglesia, para permitir conocer mejor el misterio cristiano y reavivar la fe del pueblo de Dios» (3).

• Adviértase, por último, lo que ya decía una antigua edición de las obras de Fray Luis de Granada:

«El prudente lector se hará cargo de que, no obstante que por nuestra parte no se ha omitido diligencia alguna, ni se han ahorrado gastos para que en todas sus partes saliese perfecta, son hombres, y no ángeles los que han concurrido a formarla; consiguientemente, si se hallasen algunos defectos, que será solamente de pura fragilidad, tendrá la bondad de disimularlos, atendiendo a nuestro buen deseo».

Concluyendo estas indicaciones y observaciones, nada mejor que poner aquí lo que la propia santa Teresa de Jesús escribió en una esquela dirigida al venerable Maestro Fr. Luis de Granada, en Lisboa:

«La gracia del Espíritu Santo sea siempre con vuestra paternidad. Amén. De las muchas personas que aman en el Señor a vuestra paternidad, por haber escrito tan santa y provechosa doctrina, y dan gracias a su Majestad, y por haberle dado a vuestra paternidad para tan grande y universal bien de las almas, soy yo una. Y entiendo de mí, que por ningún trabajo hubiera dejado de ver a quien tanto me consuela oír sus palabras, si se sufriera conforme a mi estado, y ser mujer» (4).

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Fr. José María O.P.

(1) Otras ediciones, que han servido para cotejar, corregir o completar algún punto del texto base original: FR. LUIS DE
GRANADA, Obras, Tomo II: «Libro de la oración y meditación» (Imprenta de Manuel Martín, Madrid 1768), 822 páginas. FR. LUIS DE GRANADA, Obras, Tomo II: «Libro de la oración y consideración, Memorial de la vida cristiana, Adiciones al Memorial de la vida cristiana, y Meditaciones muy devotas» (Rivadeneyra, Madrid 1848), 615 páginas. FR. LUIS DE GRANADA Obras, Tomo I: «Vida del V. P. M. Fr. Luis de Granada, por el Ldo. Luis Muñoz, y Guía de pecadores» (Viuda de Ibarra, Madrid 1788), 234 y 347 páginas, respectivamente.

(2) Corresponden a la Vulgata sancti Hieronymi operata; entendiendo que es la que Fr. Luis cita y traduce. El Concilio de Trento estableció «ut hæc ipsa vetus et vulgata editio [...] in publicis lectionibus, disputationibus, prædicationibus et expositionibus pro authentica habeatur» (Dz 785). Llamada Vulgata (del latín vulgata: divulgada, dada al público), no siempre se corresponde con las numeraciones o con las traducciones actuales. A modo de ejemplo, Fr. Luis cita Is 24,16. Según la Vulgata: Mi secreto para mí, mi secreto para mí; según la Biblia de la CEE: ¡Estoy perdido, estoy perdido, ay de mí! La traducción que Fr. Luis suele hacer es a veces amplia, o perifrástica. ¿Hizo él alguna traducción completa de la Biblia? He hallado una noticia curiosa: «[...] esas versiones manuscritas de la Biblia, hechas en nuestra lengua, del hebreo, del griego, y del latín, y hallarán que todas, todas sin excepción, están trabajadas tal vez servilmente sobre la letra de los textos. Revuelvan, y mediten bien las de Ferrara, de Casiodoro Reyna, de Cipriano de Valera, de Fray Luis de Granada, de Fray Luis de León, de Montesinos, y de otros muchos [...]» («Disertación Segunda» § IV, en FELIPE SCIO, La Santa Biblia, Tomo I [Librería Religiosa, Barcelona 1852] 39).

(3) JUAN PABLO II, Fidei depositum, 3.

(4) SANTA TERESA DE JESÚS, «Epistolario», 89 (Sevilla, diciembre de 1575), en Obras Completas (M. Aguilar, Madrid 1942) 758. Al comentar D. Juan de Palafox esta carta, dice: «En el número primero dice lo que deseara verle; y no me admiro, ¿pues quién no deseara ver la persona, y oír en lo hablado a quien alegra el leerle el alma en lo escrito? Pues no hay quien no desee oír al que consuela, y aprovecha al leer. Y si hacían grandes jornadas los Oradores para oír a los que leían, ¿cuánto más los grandes Santos, para oír de sus labios lo que tanto mueve por sus Escritos? Siendo así, que en el Orador hallaban una lengua elocuente, pero una vida las más veces relajada; pero en el Santo Orador hallan lo santo, y lo orado».

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