Responsorio a Santo Domingo

Responsorio a Santo Domingo


Responsorio a Santo Domingode Guzmán


Monición de comienzo

Nuestra vida dominicana debe ser un fiel reflejo de cómo era N.P.Santo Domingo de Guzmán:

La Beata Cecilia lo describía físicamente así:

"He aquí el retrato de Santo Domingo: de estatura media, cuerpo delgado, semblante hermoso y tirando a rubio, cabellos y barba un poco rubios, ojos bellos. De su frente y entrecejas irradiaba un cierto resplandor, que atraía a todos a la reverencia y amor. Permanecía siempre sonriente y alegre, a no ser que se conmoviera por la compasión hacia cualquier sufrimiento del prójimo. Tenía unas manos largas y hermosas; su voz era potente, bonita y sonora. No fue nunca calvo, sino que tenía íntegra toda la corona del cerquillo, con pocas canas diseminadas..."

(Santo Domingo de Guzmán, BAC nº 490, pág. 683)

Y Fray Constantino de Orvieto hace esta semblanza espiritual de Santo Domingo:

"El venerable Padre y hombre de Dios era de tanta honestidad de costumbres, y tan fervoroso en todo lo que hacía, que nadie que observara detenidamente su vida podía poner en duda que era un vaso de honor y de gracia... En todo demostraba una valiente ecuanimidad, excepto cuando era más fuerte la compasión y la misericordia. Y puesto que un corazón alegre se resalta en el rostro, en su bondad externa, así proyectaba su belleza interior. Y a pesar de que su rostro estaba siempre alumbrado por la claridad de su sonrisa demostrando una conciencia limpia, la luz de su semblante nunca quedaba baldía. Esta cualidad seducía a todos de tal manera que, sin ninguna dificultad, los conquistaba y nada más mirarlo le querían. A la hora de las resoluciones estaba tan atento creyendo siempre que era Dios quien decidía, que apenas una sola vez o nunca rectificó una palabra pronunciada con justa deliberación.

Donde quiera que se encontrase, bien de camino con sus compañeros, bien en la posada... bien con gente importante..., de sus labios brotaban siempre palabras edificantes acompañadas de muchos ejemplos con los que persuadía, a quien le escuchaba, para amar a Cristo y despreciar lo mundano.

El día lo consagraba al prójimo, y la noche a Dios, pues sabía que el Señor desea el día para la misericordia y la noche para la alabanza...

Su corazón no excluía a nadie; y por amar era amado. Hacía suyo el reír con los alegres y el llorar con los tristes. Lo que le hacía verdaderamente encantador era que, actuando siempre con sencillez, sus palabras y gestos nunca eran fingidos, nunca tenían doble intención..."

(Santo Domingo de Guzmán, BAC nº 490, pág. 273-274)

Que estas descripciones nos animen a dar gloria a Aquel que adorna a sus elegidos con virtudes llenas de mérito y, cuando quiere y como quiere, a todos los que le siguen.

Y que nuestra oración con estos textos antiguos, que sobre Santo Domingo nos han llegado, nos ayuden a imitar esas virtudes.

Responsorio a Santo Domingo

(según textos antiguos)

-Varón evangélico, amigo de Cristo y de lo hombres, Domingo.

-Intercede por nosotros.

1. Tú te muestras en todas partes, en hechos y palabras, verdadero testigo de Cristo y de su Evangelio.

2. Desde el primer contacto te ganabas el amor de todos, y porque amabas a todos, todos te amaban.

1. De tu corazón manaba tanta alegría y serenidad, que tu rostro estaba iluminado, y nada te turbaba jamás sino la miseria del prójimo.

2. En tiempos de hambre vendiste tus libros, anotados por ti, porque no querías estudiar en pieles muertas, mientras los hombres morían de hambre.

1. Venerabas, con gran amor, al Señor crucificado, él te enseñó a desear la salvación de todo el mundo.

2. Has bebido tu enseñanza en el libro de la caridad, su fuego ha dilatado tu corazón, y lo ha hecho vibrar por todos los hombres.

1. Tú pedías frecuentemente a Dios una verdadera caridad por la salvación de los hombres, querías conformar toda tu vida a la de Jesús nuestro Salvador.

2. Durante el día alegrabas a tus compañeros de camino, pero en la noche velabas en la iglesia intercediendo por los pecadores.

1. Dios te había dado la gracia de rezar por los pecadores, oprimidos y afligidos, tú llevabas todas tus penas en el santuario íntimo de tu compasión.

2. Los frailes oían gritar en tu oración: " ¡ Señor ten piedad de tu pueblo! ¡ Misericordia! ¿Qué será de los pobres pecadores?"

1. Siempre alegre en la tribulación, caminabas cantando las alabanzas del Señor, y te confiabas a la Santa Madre de Dios, invocando sin cesar al Espíritu Santo.

2. Tú has unido en la Orden de Predicadores hermanos y hermanas de todos los países, para que ellos proclamen la Verdad del Evangelio con su palabra y con su vida.

1. Sólo hablabas con Dios o de Dios, invitando a los frailes a pensar en el Salvador, y los exhortabas a estudiar sin descanso el Antiguo y el Nuevo Testamento .

2. Admirable esperanza la que diste en la hora de tu muerte a los que lloraban, que serías más útil desde el cielo que en la tierra, Padre, Cumple tu promesa, ayudándonos con tus plegarias!, acuérdete de nosotros!

1 . Gloria al Padre, que ha suscitado en su Iglesia al bienaventurado Padre Domingo, para anunciar el Evangelio de Cristo, con la fuerza del Espíritu .

-Varón evangélico, amigo de Cristo y de lo hombres, Domingo.

-Intercede por nosotros.

(Fr. Luc Devillers, O.P. - IDI, junio 1993)

Monición final de la oración

El que fue Maestro de la Orden, P. Vicente de Couesnongle, cuenta que hablando con un laico le preguntó quién era para él Santo Domingo. La respuesta, un poco embarazosa, fue: "no sabría,... no lo he encontrado jamás". Ante la insistencia le prometió que pensaría en la pregunta y que le respondería por escrito.

Efectivamente algunos meses después en una carta le decía: "No sé qué decir... La única cosa que sé es, que a Santo Domingo, lo he encontrado en tal dominico (y en tal dominica)".

Se trata de una respuesta muy interesante para cada uno de nosotros. Debemos "encarnar" a Santo Domingo hoy, darle un rostro, como el famoso Santo Domingo de Matisse que tiene el rostro en blanco, y nosotros, con nuestra vida de cada día, debemos darle nuestro rostro.

Oración final

Domingo de Guzmán:

Gran sermón fue tu palabra y aún mayor lo fue tu vida.

Tú que eres antorcha viva del Evangelio y señal clara de oración,
haz que tus hijos continuemos en esa Misión
afrontando las injusticias
y siendo predicadores de salvación.

Que con las rosas del Rosario, gloria y fruto de la Pasión
suscitemos vida, misericordia y compasión.

Tú que eres Pregonero de la Verdad,
mantén viva nuestra esperanza
y envíanos como testigos de justicia y redención.
Amén.

(Pedro Casaldáliga)