Empeño de Jesús

Fr. Manuel Santos Sánchez O.P.


¿Por qué está tan empeñado Jesús, que siempre que puede, desde distintos ángulos, en diversas ocasiones… nos insiste en que debemos caminar por la vía de la unión amorosa entre nosotros? Simplificando y resumiendo, dos son sus razones:

a. Porque estamos hechos a imagen de Dios.

“Al crear el ser humano a su imagen y semejanza, Dios lo ha creado para la comunión. El Dios creador, que se ha revelado como Amor, como Trinidad y comunión, ha llamado al hombre a entrar en íntima relación con él y a la relación interpersonal, o sea, a la fraternidad universal... Ésta es la más alta vocación del hombre: entrar en comunión con Dios y con los otros hombres, sus hermanos” (5).

Jesús, porque Dios nos ha hecho así, a su imagen y semejanza, nos llama a la comunión que vive Dios y nos pone como modelo la comunión de Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y nos anima a vivir esta sublime comunión que él enuncia así: “Que sean uno... en nosotros, con nosotros, como nosotros” (Jn 17,11.20.23; 1 Jn 1,3).

Se trata de imitar a Dios. Como el Padre, el Hijo y el Espíritu viven unidos, en comunión personal de vida y de amor, así ha de ser nuestra comunión, la de los seguidores de Jesús. Es, pues, una “comunión de personas” en el amor.

Así pues, la meta para los cristianos es llegar a una comunión muy honda, que no es “de funciones conjuntadas, sino de vida; no de cosas compartidas, sino de personas que se experimentan mutuamente necesarias... Se es comunión, antes de luchar y trabajar para hacer comunión” (6) .

b. Porque somos hijos y hermanos

Jesús pidió a sus discípulos que cuando orasen a Dios tenían que decir: “Padre nuestro…”, porque realmente Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos sus hijos, y hermanos entre sí. “A cuantos le recibieron les dio poder de venir a ser hijos de Dios” (Jn 1,12). Un cristiano puede ser o no ser casado, soltero, padre, madre, seglar, religioso, sacerdote… Lo que no puede dejar de ser es hijo y hermano (7) . Hijo de Dios y hermano de todos los hombres: Ésta es la antropología cristiana más genuina.

Ser hijo y ser hermano lleva consigo mucho amor, y siempre el amor provoca unión. Tiende a la unión con la persona amada: con Dios y con los hombres.
 

 


5. La Vida Fraterna en Comunidad, CIVCSVA , 1994, 9

6. I. IGLESIAS, ib. 5.

7. “En cierta ocasión un rabino les preguntó a sus estudiantes: ‘¿Cómo podéis saber que la noche ha terminado y que está volviendo el día?’. Uno de los estudiantes sugirió: ‘Cuando se puede ver con claridad que un animal, visto de lejos, es un león y no un leopardo’. ‘No’, contestó el rabino. Otro de los estudiantes dijo: ‘Cuando se pueda afirmar que un árbol tiene higos en lugar de melocotones’. ‘No’, contestó el rabino. Es cuando miramos el rostro de otra persona y vemos que esa mujer o ese hombre es nuestra hermana o nuestro hermano. Porque hasta que no seamos capaces de hacer algo semejante, independientemente de cuál pueda ser el momento del día, todavía es de noche” –T. RADCLIFFE, o.c., 202–.