Dom
4
Nov
2018

Homilía XXXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser

La Palabra que este Domingo se nos ofrece toca lo más profundo del corazón del creyente y reclama una adhesión total con Aquel que nos la ofrece. Nada ni nadie debe ser vivido en la existencia del creyente con la misma intensidad y entrega que su relación con el Misterio de Dios.

Moisés lo dejó claro al pueblo de Israel, y el Señor Jesucristo lo deja igualmente claro a quienes desean acoger y encarnar su mensaje.

La fuerza de este mandato fundamental y fundante en la vida de todo creyente nos interpela hoy a cada uno de nosotros: ¿Está mi corazón en Dios? ¿Está todo mi ser (afecto, inteligencia, voluntad) centrado en Él y en su proyecto de amor y unidad, de justicia y paz, de libertad y dignidad, para toda la familia humana?

Parafraseando el dicho de sabiduría popular; “Dime con quién andas y te diré quién eres”; podríamos también decirnos a nosotros mismos: “Dime dónde está tu corazón, y te diré quién eres”. Una buena ocasión la que nos presenta la Palabra para volver a lo esencial, para volver al Señor con toda la fuerza de nuestro ser. Para no dejarnos seducir por otros reclamos, para no permitirnos distracciones que nos aparten de Él.

Acoger este mandato encierra la exigencia de una constante sinceridad con nosotros mismos para vertebrar continuamente en nuestro vivir y obrar las exigencias que tal mandato encierra.

Diversas crisis sacuden en nuestros días la vida social y también la vida de la Iglesia. Lo cual hace más fuerte y apremiante la llamada a acoger con corazón sincero y voluntad firme el mandamiento principal de la Ley. Se trata de volver al Señor y vivirle intensamente con todo aquello que nos constituye como personas. En esta intensidad de encuentro con Él, de hacerle la referencia constante de nuestra vida, encontraremos a sus hijas e hijos, y comprenderemos que solo viviendo como verdaderos  hermanos con todos autentificaremos la vivencia de su proyecto. Suave y apremiantemente Él nos susurrará: “Y amarás al prójimo como a ti mismo”.