Dom
18
Jun
2023

Homilía XI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Al ver Jesús a las gentes, se compadecía

Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)



Primera lectura: (Éxodo 19,2-6a) 

Marco: El contexto es el bloque dedicado a la alianza del Sinaí. La tradición de Israel ha situado en el Sinaí las dos máximas revelaciones: la del nombre de Dios en el contexto de la vocación de Moisés y la de la ley en el marco de la alianza. Israel, que siempre ha contemplado a Dios actuando por su Espíritu y su Palabra en la historia, para convertirla en historia de la salvación, ha entendido a su Dios como un Salvador que le ofrece gratuitamente la liberación. Dios quiere estipular con su pueblo una alianza* por la que se compromete Él mismo, y compromete al pueblo, para llevar adelante su proyecto. La lectura habla del al comienzo solemne de esta alianza. 

Reflexiones

1ª) ¡Dios ha actuado asombrosamente a favor de su pueblo!

Ya habéis visto lo que hecho con los egipcios y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. La intervención de Dios en la historia es el lugar privilegiado para encontrarle. Es un Dios personal que actúa obrando maravillas a favor de su pueblo para conducirlo, con pedagogía, hacia la experiencia de su presencia providente y establece una alianza* de soberano con su vasallo. El pueblo de Israel expresa esta alianza con su Dios al modo en que las estipulaban los soberanos con sus vasallos. Por eso es necesario presentar la fuerza y el poder del soberano en el frontispicio de la estipulación. Este es el sentido de las palabras iniciales. El Dios que quiere establecer alianza contigo es el mismo que te ha liberado del poder del faraón. Yo soy Dios y no hay otro. Yo soy omnipotente y puedo realizar lo que me propongo, como ya lo mostré a los padres y de nuevo en Egipto. Son las garantías que Dios ofrece. Y ahora quiere seguir protegiéndote contra quienes se atrevan a hacerte daño, a invadir tu terreno o a esclavizarte. Hoy como ayer el hombre necesita unas garantías que hagan fiable la presencia y actuación de Dios. Esta es la tarea primordial del pueblo de Dios: mostrar al mundo el rostro de un Dios que se interesa por los hombres y que tiene para ellos planes y proyectos de paz y salvación y no de aflicción.

2ª) ¡Seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos!

Vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. El soberano se compromete a proteger al vasallo, a ofrecerle una seguridad en sus fronteras frente a los potenciales invasores. Pero el vasallo se compromete a su vez a reconocer a su soberano como único señor, a escuchar y atender meticulosamente las cláusulas de la alianza. En nuestro caso se trata de un don gratuito en el que la iniciativa la toma Dios (el Soberano) pero que conlleva una exigencia de comportamiento en la fidelidad. Dios es gratuito, pero no barato. Dios ofrece su protección y solícita providencia, pero espera una respuesta acorde con la oferta. La salvación se produce en el encuentro armonioso de una oferta gratuita y una respuesta fiel y responsable. La alianza alcanza al corazón del hombre: Yo sellaré con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá una alianza nueva... Esta será la alianza que haré con el pueblo (vasallo) de Israel después de aquellos días, oráculo del Señor. Pondré mi ley en su interior; la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (Jr 31,31-33). Hoy tiene especial evocación y atractivo todo lo que alcance el corazón libre del hombre, la intimidad del hombre. Pues bien, Dios ofrece al hombre un trato en que respeta su libertad y quiere tratarle de amigo y cercano.

Segunda lectura: (Romanos 5,6-11)

Marco: El contexto es una reflexión sobre la salvación y la vida. La palabra clave se traslada de la fe a la vida, aunque entrelazadas firmemente las dos. La lectura habla de los frutos de la salvación y es como una amplia introducción al tema que desarrolla en estos cuatro capítulos centrales del pensamiento paulino. Aparecen términos como paz, reconciliación, gracia, don, liberación, esperanza, resurrección, filiación, amor.

Reflexiones

1ª) ¡Cristo Jesús dio gratuitamente su vida por los alejados de Dios!

La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. El nuevo pueblo de Dios esta constituido por hombres reconciliados con Dios que toma de nuevo, y definitivamente, la iniciativa. Es la bondad de Dios la que hace posible esta decisión. Pablo lo expresa con una frase lapidaria. Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, es decir, sin capacidad alguna para atraer la atención del Dios salvador, él se adelantó enviando a su Hijo. En el don de la vida de Jesús, en circunstancias humanamente incomprensibles y escandalosas, es donde encontramos el signo y la prueba definitiva de la naturaleza de nuestro Dios. El Padre de Jesús, que lo será también en delante de cuantos acepten su oferta de salvación, ha sellado su amor por los hombres con la alianza definitiva en su sangre. Dios se manifiesta en todo su esplendor salvador en la humillación de la cruz en la que se ha verificado lo que el propio Jesús había anunciado en la Cena (cf. Jn 15,12-15). Todo esto está expresado en clave de nueva y definitiva alianza. El hombre y la mujer modernos anhelan ser cautivados por las cadenas amorosas de la libertad y la amistad. Y Dios, el soberano, se lo ofrece como a vasallos elevados a la categoría de amigos. Sólo en Jesús, en la cruz, se puede descubrir la verdadera dimensión de nuestro Dios.

2ª) ¡Un don así sólo espera del hombre que lo acoja y lo haga vida!

¡Con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Estas palabras de Pablo nos invitan a comprender la obra liberadora de Dios desde una perspectiva nueva. El creyente es invitado en primer lugar a disfrutar del don ofrecido y generosamente realizado. Un don que le desborda por todas partes. El Dios-soberano es un Padre y un amigo que quiere que el hombre que lo recibe lo disfrute. Nos gloriamos en Dios significa poner el centro de nuestra atención en Él en cuanto amigo siempre dispuesto a realizar el itinerario del hombre. Si antes hizo lo que hizo ¡qué no hará ahora trasladados al reino de su Hijo querido! El esclavo no permanece siempre en la casa, mientras que el Hijo sí. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8,31-36). Los hombres y mujeres de nuestro tiempo pueden encontrar en estas palabras, correctamente entendidas y amorosamente aceptadas, una respuesta a sus profundos anhelos de libertad y dignidad humana. La igualdad que tanto anhelan los hombres de nuestro tiempo encuentra aquí una respuesta realizadora y esperanzadora. Puede parecer una utopía*. Si entendemos el término correctamente, no lo es.

Evangelio: (Mateo 9,36-10,8)

Marco: El contexto es el discurso misionero. La lectura es la introducción (la mies es mucha) y la primera parte del discurso. Los redactores recopilan materiales pronunciados por Jesús aquí y allá para ofrecerlos en una unidad literaria y teológicamente esclarecedora para el lector.

Reflexiones  

1ª) ¡La mies es abundante y los obreros dispuestos a la tarea son pocos!

La mies es abundante pero los obreros pocos. En primer lugar, Jesús observa la situación en que se encuentran las gentes. La tarea evangelizadora es ingente y apasionante, pero también dificultosa. Pero Jesús revela que se trata, ante todo, de un asunto de oración. Sorprende que Jesús, el itinerante incansable, oriente en primer lugar la atención de los discípulos hacia un diálogo con el dueño de la mies. Jesús refiere todo a su Padre y quiere que sus discípulos hagan lo mismo. Su Padre sabe la necesidad que tienen los hombres. Y lo primero que hay que hacer es ponerse en su presencia y en sus manos. Pablo lo recordará adecuadamente: uno siembra, otro riega, pero el crecimiento lo da el Padre. La oferta de la alianza, antaño, como la oferta del Evangelio, ahora, alcanza a lo más hondo de los hombres y es necesario que el Padre realice su proyecto. El Padre se encargará de enviar obreros a su mies. Todos los hombres interesan a Dios. Todos han sido objeto del envío de su Hijo. Y todos son el objeto del envío de los apóstoles de su Hijo.

2ª) ¡Estos son los nombres de los doce apóstoles!

A estos Doce los envió Jesús. Invito a realizar una lectura de los textos vocacionales por este orden: en primer lugar, Mc 3,13-15, con tres rasgos peculiares: llamó a los que quiso; los llamó para que le acompañaran; y los llamó para enviarlos a predicar. En segundo lugar, Lc 6,12-13, que subraya la oración antes de la elección, como aparece en tros lugares del evangelio y de Hechos. El diálogo íntimo con el Padre al que Jesús estaba ya muy habituado y muy experimentado, era imprescindible en el momento de elegir a los Doce. En tercer lugar, Mateo que es más sobrio que los otros, pero viene precedido por la escena de la oración al dueño de la mies. Dos detalles: Marcos y Lucas recuerdan la estancia de Jesús en el monte que evoca un lugar especial para la revelación de Dios (Sinaí); en el monte se revelará Dios a los predilectos de Jesús (Tabor o monte muy alto). Los Doce son el núcleo central del verdadero pueblo de Dios y los destinados a juzgar a las doce tribus de Israel. Serán los portadores de la verdadera alianza de Dios con los hombres: anunciarán la oferta definitiva hecha por Dios en Jesús. Y han de comenzar por las ovejas descarriadas de Israel. Sólo después de la resurrección serán enviados a todas las gentes (Mt 28,18-20)

Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca... Una misma tarea en dos tiempos: Anunciar que la soberanía de Dios está ya comenzando a realizarse. Ese fue su programa evangelizador (Mc1,14-15). Los signos acompañan a la proclamación para indicar que la salvación, que el reino alcanza simbólicamente (signos) y alcanzará realmente a todos los hombres y a todo el hombre. En el reino, la vida será una realidad total, permanente y perfecta. Los signos la anticipan y la hacen simbólicamente presente. Los apóstoles son enviados a seguir mostrando y ofreciendo la gratuidad de Dios. La Iglesia de hoy quiere estar comprometida en la construcción temporal del reino que será pleno al final de los tiempos. También los hombres de hoy necesitan signos convincentes de la presencia del reino. Lo que será real y definitivamente el reino en su etapa final de consumación debe iniciarse en el tiempo: un reino de paz, de verdad, de luz, de justicia, de respeto profundo por la dignidad del hombre y de la mujer, la comunión real en los bienes, de amor hasta la donación total.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)