
Jun
Evangelio del día
“ Quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará. ”
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 7-15
Hermanos:
Llevamos el tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, más no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Salmo de hoy
Salmo 115,10-11.15-16.17-18 R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos». R/.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R/.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 27-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio".
Pero yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero “gehenna”.
Se dijo: "El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio" Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».
Reflexión del Evangelio de hoy
Quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros
Pablo nos sorprende con una afirmación paradójica: se trata de un tesoro que llevamos en vasijas de barro, con la grandeza del ministerio apostólico contrasta la realidad del soporte humano que es débil, frágil, quebradizo. La paradoja consiste precisamente en la fragilidad y debilidad del hombre se pone de manifiesto la fuerza de Dios. Pablo se presenta a sí mismo como ejemplo elocuente de esa singular paradoja: siempre a punto de romperse, pero siempre sostenido por el brazo poderoso de Dios que nunca abandona a los suyos.
«Una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros». La clave es fiarse totalmente de Dios. Qué hermosas esta página en que Pablo resume sus tareas apostólicas: le aprietan, pero no le aplastan, está apurado, pero no desesperado. En todo se siente unido a Cristo. Se ha solidarizado con él en los sufrimientos, con la esperanza de que también participará de su vida: «quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará».
Como Pablo, debemos confiar en Dios, no dejándonos amilanar ni desilusionar por las dificultades. Somos débiles y frágiles a punto de rompernos pero siempre con la confianza puesta en Dios que nos sostiene con su brazo poderoso.
El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero
La antítesis que plantea Jesús entre lo que se decía en el AT y lo que él propone a los suyos, le llevan hoy al tema de la fidelidad conyugal, como ayer lo hacía sobre la caridad fraterna.
«Pero yo os digo». Jesús es más exigente. Busca profundidad, invita a ir a la raíz de las cosas. No sólo falta el que comete el adulterio, sino también quien desea la mujer ajena. La fuente de todo está en el corazón, en el pensamiento. Es aquí donde nacen los deseos que después se traducen en hechos.
En la cultura mediterránea el ojo era el órgano a través del cual se manifestaban algunos malos deseos, sobre todo la envidia y la avaricia. Por otro lado la mujer era considerada propiedad del varón, de modo que el deseo envidioso de poseer a la mujer ajena era en realidad un atentado contra la propiedad. Por su parte la mano era el órgano de la acción, a través del cual podían llevarse a cabo estos deseos, que nacen del corazón. La invitación que hace a los discípulos es clara: hay que actuar en las raíces allí donde se deciden la vida y las actuaciones del hombre, para evitar que la mala levadura fermente toda la masa.
Jesús no habla del divorcio como lo entendemos hoy, sino del repudio, o sea, de aquella institución judía establecida a partir de Moisés, no por voluntad divina, sino por testarudez humana, según la cual el varón –y no la mujer- podía despedir a su esposa en determinadas circunstancias. El adulterio es un asunto grave, porque atenta contra la justicia y la castidad, y los hechos que lo provocan también son injustos. Jesús invita a que nuestras actitudes sean correctas; y para eso tenemos que pensar bien lo que debemos hacer. Si vemos que hay algo que hacemos injustamente, es mejor cortar con esa actitud y hacer siempre el bien, buscando la justicia y equidad, la verdad y el bienestar de todos y para todos. Es mucho mejor sacrificar una parte de la propia libertad moral que perderla por completo.