Al padre de Nuestro Padre

Por Ramón Hernández Martín, O.P.

Lo pensé en el día de la santa abuela Juana de Aza, madre de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. Cayó este año en Domingo, pero en privado leí las lecciones de su oficio. Me fijé en la tomada de Rodrigo de Cerrato, y me pereció oportuna una meditación paleográfica.

Hay muchas cosas nuevas y muy buenas en la Vida de Santo Domingo de Guzmán por el P. Venancio D. Carro[1]. Voy a fijarme sólo en una. Al final de su voluminosa obra –como apéndice- nos ofrece la biografía de Santo Domingo compuesta en la segunda mitad del siglo XIII, por el dominico Rodrigo de Cerrato. Presenta la reproducción fotográfica del manuscrito de la catedral de Segovia y la transcripción del texto del latín al español.

En la introducción a este apéndice hace el P. Carro un maravilloso estudio sobre Rodrigo de Cerrato y su obra. Expone resumidamente lo que se ha dicho por grandes historiadores, los manuscritos en que se conserva la obra, la personalidad del autor, las novedades que ofrece con respecto a los otros primitivos autores que hablan sobre santo Domingo, y concluye que es “el biógrafo de más autoridad entre los primeros cronistas de la Orden Dominicana, en lo que atañe a santo Domingo y a su familia, quedando muy por debajo Jordán, Ferrando, Constantino de Orvieto y los restantes escritores del siglo XIII"[2].

Hay sin embargo un detalle que el P. Carro no ha sabido definir bien; lo harán otros, basados en la reproducción fotográfica, con su trascripción, que en su citado libro Domingo de Guzmán nos transmite este historiador. Antes vamos a transcribir el párrafo íntegro del Cerratense referente al padre de Santo Domingo Félix de Guzmán, escribiendo en negritas la palabra protagonista de este comentario:

"Natus autem ex piis parentibus et religiose nutritus cepit esse puer ingeniosus, utpote qui sortitus est animam bonam ad omnino siquidem in benedictionibus dulcedinis est preventus[3]. Pater eius Felix, mater vero Iohanna nuncupata est. Fuit autem pater eius vir venerabilis et dives in proprio suo. Mater vero honesta, pudica, prudens, miseris et afflictis valde compaciens, et inter omnes mulieres terre illius bone fame prerogativa refulgens"[4].

La palabra preventus es trascrita por el P. Carro como perventus; la abreviatura en este caso no engaña: es pre, no per. Pero la palabra que interesa es la que trascribimos en negritas (proprio). EI P. Carro la trascribe así y tiene razón, contra todos los anteriores, que transcriben populo. Y la cosa tiene trascendencia, una trascendencia que este padre historiador no apreció, pues la traduce como pueblo, y no, como se esperaba después de esa buena trascripción, por propiedad.

No cayó en el valor de ese detalle, pero con mayor fortuna cayó en él otro gran historiador, cambiando una característica de la personalidad de Félix de Guzmán, que hizo verter mucha tinta inútil en anteriores investigadores[5]. El mérito inicial es del P. Carro, pero quien resaltó el verdadero valor del término fue el historiador italiano, el dominico P. Valerio Ferrúa. Vamos a verlo.

Las palabras "venerabilis et dives in populo suo" sumergen en un mar de dudas al P. Vicaire: "¿Hay que traducir esta última expresión por "el hombre rico de su pueblo" o bien por "el ricohombre de su pueblo?[6] El término ricohombre habla de una categoría social: era un señor perteneciente a la nobleza, no la alta ciertamente, pero sí nobleza, que dentro de una población pequeña le daba un gran realce social, que vendría corroborado por el calificativo antecedente de "venerable".

Sin embargo, si traducimos, como en verdad corresponde al texto del manuscrito, y a la trascripción ofrecida por el P. Venancio D. Carro, el primero que lo hace, cambia el sentido. La trascripción correcta es "dives in proprio suo". Debe, pues, traducirse al pie de la letra "rico en su propiedad", o rico en cuanto a sus propiedades. Queda con esto rechazada o pasada por alto toda alusión a la nobleza de sangre o de titulo. Félix es un señor de abundantes propiedades y con bastante gente trabajando para él. Esto le hacía un hombre respetado y venerado por los habitantes del lugar.

Por eso he dicho que, si el P. Venancio D. Carro, con su reproducción fotográfica y su trascripción abrió el camino hacia la verdadera interpretación del texto de Rodrigo de Cerrato, fue el Padre dominico italiano fray Valerio Ferrúa el que sacó las consecuencias. Pasa a veces: uno pone las premisas y otro, reflexionando sobre ellas, termina felizmente el argumento.

En una nota a la traducción italiana de la Historia de Santo Domingo del Padre Humberto Vicaire, el citado Padre Ferrúa dice haberle servido de elemento inspirador el libro del P. Venancio D. Carro, Domingo de Guzmán. Historia Documentada, en la reproducción y trascripción antes mencionadas. Lo explica Ferrúa: "L'edizione della Vita di San Domenico di CERRATO, Mamachi, App. 312-334 (secondo lo stesso manoscritto di Segovia pubblicato da CARRO, 775-801) aveva letto dives in populo suo. Si tratta di un errore, come si puo vedere dalla fotografia del manoscritto, tavola LV di CARRO. Dei tre manoscritti segnalati da CARRO, Domingo…, págs 252-253, quello di Segovia, seconda edizione della vita, posteriore al 1272, è l'unico che contenga questo passo”[7].

Tres veces cita aquí Ferrúa al P. Carro y acepta varias de sus afirmaciones expuestas en su rico estudio introductorio al manuscrito del Cerratense, en el apéndice a Domingo de Guzmán. Historia documentada. Sabemos de buena tinta que el P. Vicaire felicitó al P. Ferrúa por la traducción italiana de su Historia de Santo Domingo y en particular por el acierto en lo de la frase "dives in proprio suo".

 


[1] VENANCIO DIEGO CARRO, O. P., Domingo de Guzmán. Historia documentada. Editorial OPE, Guadalajara (España)

[2] Ib., p. 773.

[3] Preventus: perventus trascribe el P. Carro.

[4] lb. p. 777b refulgens: rufulgens in manuscripto.

[5] Dio esa trascripción de "dives in populo suo" Tomás M. Mamachi en Annalium Ordinis Praedicatorum, t. I, Roma 1756, págs 24 y 25, y Appendix monumentorum, columna 314. A este historiador le siguieron otros, como EDUARDO MARTINEZ, O. P., Colección diplomática del Real Convento de Santo Domingo de Caleruega, Vergara 1931, pág. XXI; LUIS G. ALONSO. GETINO, O. P., Santo Domingo de Guzmán, Madrid 1939, pág. 21; M. - H VICAIRE, en el lugar que se cita en la nota siguiente. Y en otros autores modernos.

[6] M. - H. VICAIRE, O. P., Historia de Santo Domingo, Ed. Juan Flors, Barcelona 1954, pág. 23.

[7] HUMBERTO VICAIRE, Storia di San Domenico. Nuova edizione italiana a cura di VALERIO FERRUA, 0. P., Edizioni Paoline, Milano 1987, pág. 50, nota 83.