Dom
27
Ene
2013

Homilía III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

El Señor me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • El pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley

En la primera lectura de hoy encontramos un episodio del libro de Nehemías que nos ayuda a entender la Novedad del mensaje de Jesús. Es un episodio lejano de la historia de Israel, en el que el sacerdote Esdras, después del cautiverio de Babilonia, se reúne con todo el pueblo y de una forma solemne lee el libro de la ley (Torah) que para los judíos era el símbolo de la alianza de Yhave con su pueblo. Todos, hombres y mujeres, están atentos y lloran sobrecogidos al escucharle y sentir la responsabilidad de ser el pueblo escogido por Dios, pero Esdras les alienta y anima para que lo reciban con gozo y alegría. No lloréis porque hoy es un día de fiesta, les dice. La razón es porque el Señor se compromete con su pueblo Israel y será su fortaleza y su apoyo para cumplir la ley.

Podemos ver un paralelismo entre este texto y el evangelio de Lucas, pero a la vez hay una gran diferencia. Jesús, que dirá más tarde que no viene a abolir la ley ni los profetas, quiere mostrarnos, de entrada, el contraste, la novedad, la nueva identidad del pueblo de Dios fundamentada en el amor. Con su presencia, va a dar comienzo un Tiempo Nuevo, de libertad y de gracia, fundado en el amor de un Padre común de todos que no excluye a nadie. Por eso también su lenguaje va a ser nuevo, va a señalar a quienes va dirigida preferencialmente esta buena noticia, que como sabemos son los más necesitados, los que no cuentan para nada en la sociedad y solo pueden mirar con esperanza al Señor que es Padre y se compromete con ellos para liberarlos de sus angustias. Esta será la nueva identidad del Reino que luego predicará Jesús de Nazaret.

  • El Evangelio: Transmisión de la fe de las primeras comunidades cristianas

Antes de entrar en el núcleo del mensaje de las lecturas del día de hoy que fundamentalmente reside en el episodio de la Sinagoga de Nazaret, donde Jesús se presenta ante sus paisanos y señala su misión, leemos, como un inciso, los primeros versículos del evangelio de Lucas (Lc. 1,1- 4). Es una especie de preámbulo al tema principal que no podemos pasar por alto, ya que al meditar a lo largo de este ciclo litúrgico este evangelio, el autor quiere hacernos ver cómo lo ha redactado y a la vez recordarnos el proceso de la trasmisión y el origen de nuestra fe que llega hasta hoy.

Al evangelista Lucas le interesa destacar que lo que va a exponer, no es de su invención, sino que lo ha recogido de los primeros testigos y seguidores de Jesús, después de comprobarlo todo con exactitud. Es, por tanto, la trasmisión de algo que todavía está vivo en los hombres y mujeres que fueron testigos presenciales, y que escucharon las enseñanzas de Jesús. La intención de Lucas es ante todo catequética ya que quiere mostrarnos el fundamento de nuestra fe que se apoya en la experiencia vivencial de aquellos primeros cristianos que escucharon la palabra de Jesús, y nos la trasmiten recogida cuidadosamente por este evangelista. Su intención es llevarnos a vivir con la misma intensidad la misma experiencia que ellos vivieron.

  • El Señor me ha enviado para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.

Jesús, al presentarse ante sus paisanos de Galilea, quiere poner de relieve dos cosas, que él es el Mesías, el envido del Señor y a la vez exponer la a buena noticia que procede del Padre.

Le interesa hacerlo en Galilea, su pueblo natal, aquí le conocen sus paisanos, es el hijo de José el carpintero de Nazaret, procede del linaje de David, pero su identidad es más compleja, es el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo, heredero de la promesa, es también el hijo de Dios. Quiere hacerlo de una manera solemne, en la Sinagoga de Nazaret, donde los judíos se reunían a escuchar la Torah, la ley de Moisés. Sabe también, que está hablando con judíos fervorosos, familiarizados con la Escritura, por eso se apoyará en ella.. Le invitan a comentarla y elige a propósito un texto muy conocido del profeta Isaías que nadie discutía, y que sintetiza perfectamente la función del Mesías. Se inicia con estas palabras: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido, me ha destinado para anunciar la buena noticia a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista…

Esta es su presentación. Es un punto de partida con el que quiere destacar que su mensaje no es suyo, que está anunciado en las Escrituras y que está hablado en nombre de su Padre Dios. Su programa está muy lejos de ser una exposición de la Ley, como hemos visto en la primera lectura. Es un anuncio nuevo, para un tiempo nuevo de gracia del Señor que se está iniciando. Es un mensaje fundado en el Amor que supera la Ley y los rituales propios de cualquier religión, como la judía.

La Buena Noticia de Jesús va dirigida, fundamentalmente, a todos aquellos excluidos hasta entonces del mensaje salvífico de Dios, como son los pobres, los ciegos, los marginados los que sufren la opresión del tipo que sea, a todos ellos quiere liberar de sus angustias ofreciéndoles un año de gracia del Señor, es decir abriéndoles una perspectiva de amor y de liberación.

Este programa que presenta hoy en la sinagoga de Nazaret va a desplegarlo a lo largo de su vida pública al anunciar lo que Jesús llamará más tarde el Reino de Dios, que está dentro de nosotros, por eso dirá también que ya ha comennzado, para que lo descubramos, pero tendrá su plenitud en la casa del Padre. Está fundamentado en el amor y se realiza a través del compromiso personal de todos los seguidores de Jesús con los hombres y mujeres que necesitan más nuestra ayuda para recobrar su dignidad perdida de hijos de Dios. Esta es la luz que ofrece a los ciegos, es la liberación de los cautivos rompiendo sus propias ataduras, la auténtica sanación del hombre. Pero para eso nos pide a todos el compromiso para crear unas nuevas estructuras sociales más justas, lejos del egoísmo y la ambición que está impidiendo a los pobres, a los marginado y a tantos otros realizarse en plenitud y vivir una vida en definitiva más humana y esperanzada. Es la fuerza del amor que procede de Dios, el único que puede liberarnos de todo tipo de angustia.

  • Hoy se cumple la Escritura que acabáis de oír.

Jesús, después de leer este pasaje puesto en pié ante la sinagoga, pendiente de sus palabras, les dice: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír.

Con toda propiedad podemos pensar que estas palabras se siguen cumpliéndose cada día donde quiera que haya un solo seguidor de Jesús de Nazaret. San Pablo nos lo recuerda hoy en su carta a los Corintios, somos miembros del “Cuerpo de Cristo”. Sacramento de salvación en medio del mundo. Cada uno con su carisma, con una misión que cumplir, todos alentados por la fuerza de un mismo Espíritu. Todos somos necesarios. La misión del cristiano es comprometerse con el proyecto de Jesús que nos propone el evangelio, porque sigue teniendo validez en el mundo de hoy.