Dom
1
Sep
2013

Homilía XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

Dichoso tú, porque no pueden pagarte

Introducción

Atribuimos gratuitamente a las personas el ser objetivos o subjetivos según nuestro percibir, o según un criterio, muchas veces egoísta o interesado, que discrimina quién o qué es objetivo o subjetivo. Eso, sin percatarnos que todos nuestros actos, e incluso nuestro pensar, siempre lleva consigo una cierta carga de subjetividad, y nadie está libre de ella.

Hay personas, que constantemente discriminan a otras por el termómetro de la objetividad versus subjetividad; sin embargo, cuando se les encara con sus propias contradicciones o con alguna crítica constructiva, para que vean un poco más su real proceder, sacan todo un arsenal de críticas y errores del otro, porque se han sentido amenazados por haberles mostrado un simple espejo de su obrar. ¿Eso no es subjetividad?

Las lecturas de hoy, nos hablan de la humildad, una virtud muchas veces mal comprendida, y quizás, contraria a muchas actitudes donde la competitividad, la eficacia, el ganar, el éxito no nos permiten ver lo positivo que puede resultar vivir aferrado y convencido desde esta virtud: ser humildes.

Aprender a perder, qué difícil nos resulta. No queremos perder nada, ni siquiera en la más sencilla de las conversaciones estamos dispuestos a perder la razón, aunque no la llevemos. Parece que en la actitud humilde, a los ojos humanos, no se encierra ninguna valía. Eres desechado, cuando renuncias o escoges perder.