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"Esperanza-Paz-Reconciliación", saboreando la visita del papa Francisco a Mozambique

10 de septiembre de 2019

Testimonio de María Inocência Costa, Misionera Dominica del Rosario, desde Maputo

Testimonio de María Inocência Costa, Misionera Dominica del Rosario, desde Maputo

  ¿Qué decir sobre la visita de nuestro papa Francisco a Mozambique durante los días 4, 5 y 6 de septiembre? Es difícil expresar los sentimientos que me habitan.

  El primero que brota del corazón es de una enorme gratitud a Dios porque en la simplicidad, cercanía y espíritu profético del papa Francisco, todos nos sentimos verdaderamente visitados por Dios. Digo todos y todas porque, como una mujer joven dijo espontáneamente a las afueras del Pabellón Maxaquene, donde habló a jóvenes de todas las religiones: "No soy católica, pero vine a escuchar el mensaje del Papa porque no es católico, es de todos nosotros". Puede parecer una herejía, pero esa fue la sensación de que su visita, sus mensajes y su presencia quedaron en el corazón de todos.

Corazones rebosantes de felicidad y júbilo

  Realmente fue esperado, deseado y recibido con un corazón abierto desde hace mucho tiempo. Solo viendo la masa humana que lo esperaba, horas y horas por las calles de Maputo donde iba a pasar... Al pasar, la emoción se apoderó de todos, aclamándolo como aquel que venía en el nombre de Jesús. En esta espera, puedo compartir que, en el lugar donde yo me encontraba en la ruta final a la Nunciatura, cientos de mamás del Apostolado de la Oración, lo esperaban cantando y bailando desde las 14:00 a las 19:00 horas; cuando llegó hasta nosotras, era indescriptible la alegría y la fe que esas madres, gastadas por sus duras vidas, manifestaron con sus corazones rebosantes de felicidad y júbilo.

Esperanza-Paz-Reconciliación

  Queriendo decir una palabra sobre los diferentes mensajes, todos calentaron el corazón: habló a la realidad concreta de la gente, a sus anhelos y dificultades, de una manera simple y clara, todos podían entender (¡en un portugués bueno y claro!), sin olvidar la profundidad de los desafíos que lanzó a los diversos grupos políticos, jóvenes interreligiosos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así como a los miles de cristianos en la gran celebración del Pabellón Zimpeto, el mayor de Maputo. Su lema: ESPERANZA-PAZ-RECONCILIACIÓN fue transversal a todos los discursos. Hizo hincapié en que la reconciliación es el camino hacia la paz, pero la paz no se construye sin justicia, sin que todos los mozambiqueños tengan las mismas oportunidades, sin que tengan la oportunidad de disfrutar de las inmensas riquezas de su país. Que es un escándalo que un país tan rico tenga tantos de sus hijos viviendo debajo de la línea de pobreza. Habló de quienes aún sufren las consecuencias de los dos ciclones y les dejó palabras de consuelo, amor y esperanza. También subrayó la necesidad de un perdón y una reconciliación tan indispensables después de los largos años de guerra entre hermanos, y en  la situación actual tan preocupante, que afecta a los hermanos de la provincia de Cabo Delgado, que ponen en peligro los acuerdos de paz en curso.

 
 
 
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  Su mensaje cercano y cálido, conocedor de nuestra realidad, tocó el corazón de todos... El pueblo sintió que él entendía sus heridas, que las hizo suyas y que quería sanarlas, como lo hizo Jesús en su día. Fue verdaderamente el verdadero testimonio del Buen Pastor que ama y cuida a sus ovejas.

No perder la esperanza, luchar por los sueños

  Y sobre todo a los jóvenes, pero no solo, los instó a que no dejasen perder la esperanza. Que luchasen por sus sueños, que el futuro será prometedor si saben darse las manos: “Jóvenes vosotros sois importantes. Sois la alegría del presente y la esperanza del futuro. No os dejéis influenciar por aquellos que quieren robaros la esperanza… pero sean humildes… no dejen de escuchar la experiencia de los ancianos… La experiencia de todos es importante y fundamental para la construcción de vuestro país".

Un mensaje de esperanza y compromiso con la paz

  Fue realmente un mensaje de esperanza y compromiso con la paz, con la reconciliación a través del perdón a quienes nos dejaron heridas profundas. El amor del cristiano tiene su fuente y su medida en Jesús, que amó hasta el final, que perdonó a sus enemigos.

  Ahora depende de nosotros que tenemos la misión de ser "pastores con olor a ovejas" (como dice en su carta "La alegría del Evangelio"), hacer que sea nuestro, y luego descubrir con todos los cristianos la manera de ayudar a que dé fruto en nuestra Iglesia y pueblo de Mozambique.

  ¡Que nada de esta semilla, portadora de tanto amor y esperanza, se pierda, sino que dé fruto cien por uno!


¡VIVA EL PAPA FRANCISCO, VIVA, VIVA!
(canto escuchado desde su llegada hasta su despedida)

María Inocência Costa
Misionera Dominica del Rosario
Mahotas. Maputo. Mozambique