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La bioética. Una mirada y una reflexión cristiana

28 de abril de 2010

Conferencia de D. Francisco Javier de la Torre Díaz, organizada por los laicos de la Fraternidad de Atocha con motivo de la festividad de Santa Catalina de Siena.

Un año más, la Conferencia Santa Catalina que organiza la fraternidad de laicos dominicos de Atocha ha logrado su objetivo de ofrecer un espacio para la búsqueda, el diálogo y la reflexión. Este año de 2010, la conferencia estuvo dedicada a la bioética y el ponente invitado fue el director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, Francisco Javier de la Torre Díaz. La claridad, el orden y el rigor de la exposición caracterizaron su intervención, algo especialmente meritorio tratándose, precisamente, de un campo tan complejo como éste.

Javier de la Torre destacó, en primer lugar, la gran revolución que en los últimos 40 años han experimentado las ciencias biomédicas a raíz de los últimos descubrimientos científicos. Estos avances han supuesto importantes cambios que generan inevitables cuestionamientos de tipo ético. La Iglesia ha estado siempre atenta a estas nuevas situaciones para reflexionar acerca de ellas e intentar dar una respuesta a los interrogantes que plantean.

Para ello, la Iglesia se apoya, por un lado, en la Biblia, la Tradición y el Magisterio, y por otro lado, en los datos científicos, la reflexión filosófica y la experiencia humana. Sin caer en una lectura literalista o fundamentalista de la Biblia (pues la Biblia no es un manual sistemático de moral), la Biblia puede y debe ser una fuente inspiradora que ilumine nuestra experiencia. Es en este marco en el que problemas como el origen de la vida humana y su final deben ser tratados para ofrecer, de manera razonada y dialogada, con hondura y convicción, el patrimonio moral que emana del Evangelio.

Terminó Javier de la Torre su exposición recordando cómo Cristo nos enseñó a mirar como hijos amados de Dios a los extranjeros, a los paganos, a los pecadores, a los humildes y también a los enfermos, a los débiles y a los pequeños. Y nadie más débil que aquel que nace y aquel que muere, pues, como decía Gabriel Marcel, la dignidad humana aparece más clara en su desnudez y debilidad, en el niño y en el anciano.

D. Ignacio Antón, OP
Fraternidad de Atocha

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