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En este nuevo año que hemos comenzado el título de cada uno de los número de la revista comenzará así: “Hambre y sed de …” Tenemos hambre y sed de aplacar las necesidades que se hacen más patentes y urgentes por su ausencia. Terminamos y comenzamos un año con la ausencia de PAZ, esta ausencia nos hace conscientes de su necesidad. Hambre y sed, necesidad, urgencia, no estamos para destruirnos… ¿Es que la paz hoy no tiene lugar en el que vivir?
Un pie hacia delante, pero no es suficiente, hay que levantar el pie que quedó atrás y ponerlo delante. Para avanzar hay que moverse, dejar atrás. Decir adiós, es hacer posible un hola. Por otra parte, la permanencia no es tanto, quedarse quieto, inmóvil, es desear conocerla, saber lo que encierra, y acompañados de esa sabiduría avanzar, ir hacía delante.
“Lo que no hice y debería haber hecho” “Lo que hice y no salió como esperaba y/o esperaban” “Lo que me gustaría hacer…” El ayer, el mañana… El hoy empleado para lamentarse es una pérdida de energía, es crear un conflicto interno que dificulta la oportunidad de conocerse mejor, de conocer más, de ser dueños de los propios actos.
Por mucho que nos empeñemos, nada permanece. Sí, queda ahí… ese ahí es el recuerdo, la memoria, el corazón. También tenemos con nosotros imágenes, documentos… y un sin fin de gestos, signos y símbolos que nos remiten a aquello que fue y que ya no es.
La realidad hoy… y levantamos el telón de esta realidad, lo hacemos con temor y temblor, ¿por qué será?, y así es: aparecen catástrofes, errores humanos imperdonables (guerras, explotación, muerte, abandono, corrupción, accidentes).