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San Esteban celebra el IV Centenario de la finalización de la iglesia

18 de enero de 2010

El año 1610 fue un año gozoso para nuestro convento de San Esteban de Salamanca. Por fin, después de 86 años, la iglesia conventual, en toda su belleza y grandiosidad, fue inaugurada y abierta al público en todo su espacio.

La nueva iglesia se había iniciado el año 1524, cuando el Capítulo Conventual del día de San Juan de Mayo (día 6), había aceptado el deseo y promesa del obispo de Córdoba, Fr. Juan Álvarez de Toledo, hijo del convento, e hijo de D. Fadrique, II duque de Alba, de derribar la iglesia antigua y construir a sus expensas una nueva, grande, monumental, digna de la nobleza del mecenas y del convento de San Esteban. El mismo obispo, el 30 de junio de dicho año, en una ceremonia solemne, había colocado la primera piedra del nuevo edificio.

Desde dicho día los trabajos fueron constantes, rápidos y a satisfacción del mecenas, que seguía la obra muy de cerca, especialmente desde que fue trasladado de la sede de Córdoba a la de Burgos y hecho Cardenal de la Iglesia Romana. Fray Juan de Toledo, antes de partir para Roma, como encargado de los asuntos de España ante el Papado, que fue en el año 1540, tuvo la gran alegría y la satisfacción de celebrar la primera misa en el nuevo templo. No es que el templo estuviese acabado, sino que lo que se había terminado era el cuerpo de la iglesia, es decir, la nave, capillas laterales, coro,  bóvedas y casi toda la fachada. Se puso un tabique de ladrillos, donde debía comenzar el crucero, y delante un altar provisional. Así, la iglesia (a medias) quedó abierta al público y al uso de los religiosos.

La construcción del crucero, de la capilla mayor y de las capillas colaterales o absidiales fue mucho más lenta y costosa. El proyecto se había ampliado, al Cardenal le faltaba liquidez económica, y, para  colmo de desgracias, las muertes sucesivas del arquitecto fray Martín de Santiago (1556), del mismo Cardenal fray Juan (1557), de los arquitectos Rodrigo Gil de Hontañón y de Juan de Ribero, dejaron al convento solo ante la obra. Según el estado puntual de las arcas conventuales, unos años se trabajaba en la obra; en otros, la obra cesaba.

El empeño de los priores del convento, especialmente del P. Rafael de la Torre, y las ordenanzas del Maestro General de la Orden, el Reverendísimo Fr. Hipólito María de Beccaría, que mandó que al menos 600 ducados anuales de las rentas se dedicasen a la obra, y redujo el número de frailes del convento a 150, lograron que la construcción se prosiguiese desde 1599 hasta su final. Toda ella a costa del convento, que hubo de “estrecharse mucho”  y cargarse de censos para terminar la obra.

El 28 de febrero de 1610 se terminó de pagar a los oficiales, carpinteros y peones. “Y este día se despidieron los oficiales”. El 6 de junio de dicho año, día de la Santísima Trinidad, se celebró, con gran solemnidad y público, la fiesta de inauguración de la nueva iglesia, con el traslado del Santísimo al altar mayor.
El evento trajo tranquilidad al convento, tras muchos años de zozobras. Con gozo y orgullo, el convento pudo mostrar la maravilla que tantos trabajos y tantos dineros le habían costado. Sólo él, el convento, ayudado de sus hijos había sido capaz de tan notable obra.

El  convento de San Esteban, quiere celebrar este IV Centenario con la publicación de un libro sobre la construcción de la iglesia y con una conferencia sobre la misma, dentro de la programación de las “Conversaciones de San Esteban”, en el mes de febrero de este año de 2010.

 

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