Dom
22
Abr
2018

Homilía IV Domingo de Pascua

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Yo soy el Buen Pastor

Introducción

Estamos celebrando el tiempo gozoso de Pascua. Estos cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como <<un gran domingo>>  (S. Atanasio).

La Iglesia, no obstante, nos va desdoblando el gran acontecimiento  salvífico de la resurrección poniendo a nuestra consideración, mediante la palabra de Dios que se proclaman en las eucaristías dominicales, aspectos fundamentales del mismo.

En este domingo se nos habla en las lecturas de cómo Jesús, el Resucitado, es la “piedra angular” que ha sido desechada, pero es ahora la piedra que da consistencia a todo el edificio. Nadie más puede salvar. La tradición joánica nos da también una clave para poder entender la filiación divina: el que cree en Jesús se convierte en hijo e hija de Dios y “seremos semejantes a El”. La otra imagen que se nos presenta en el Evangelio que se proclama hoy es que este Jesús es el Buen Pastor que da la vida y va delante de nosotros enseñándonos el Camino.