Sáb
9
Mar
2024

Evangelio del día

Tercera semana de Cuaresma

¡Oh Dios!, te compasión de este pecador

Primera lectura

Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6

Vamos, volvamos al Señor.

Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.

En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.

Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.

Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».

¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?

Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.

Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.

Mi juicio se manifestará como la luz.

Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.

Salmo de hoy

Salmo 50, 3-4. 18-19. 20-21ab R/. Quiero misericordia, y no sacrificio

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

“Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

¡Volvamos al Señor!

Oseas nos relata el comportamiento del pueblo judío y el comportamiento de Dios con él. El pueblo judío no fue fiel a la alianza que había sellado con Dios de ser su pueblo, de seguirle. Demasiadas veces, se fue detrás de otros dioses. Las promesas y la misericordia de muchos del pueblo judío, son débiles, pasajeras, “como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora”.

¿Cuál es la postura de Dios ante este comportamiento? Es bien distinta. La misericordia de Dios no es así, sino que es eterna, para siempre y nunca Dios permanece en su enfado. Por eso, se atreven a decir: “¡Ea, volvamos al Señor! Él nos desgarró, él nos curará; él nos hirió, él nos vendará. En dos días nos sanará, al tercero nos resucitará y viviremos delante de él”. Se acogen a él que ha proclamado “quiero misericordia y no sacrificios”.

Ciertamente cuando llegó Jesús siguió el comportamiento de su Padre Dios. El perdón siempre estuvo en su corazón y en su boca y se lo ofreció a todo aquel que se lo pidió. Y nos rogó que nosotros hiciésemos otro tanto. Que perdonásemos siempre, hasta setenta veces siete. Dios es amor, Jesús es amor y nosotros, hechos a imagen de Dios, también somos amor… y el amor lleva consigo el perdón.

¡Oh Dios!, te compasión de este pecador

Iluminador saber a quién se dirige Jesús en sus parábolas. La del evangelio de hoy se la dirige “a algunos que teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”, para decirles que no eran justos, que eran pecadores como los demás y que por eso no debían depreciar a nadie.

Jesús acierta. Nos gustaría ser impecables, no cometer pecados y dejarnos guiar siempre por el bien. Pero nuestra experiencia nos dice que no somos dioses, que somos humanos, que equivale a decir que somos limitados y que con frecuencia vamos en la dirección contraria de lo que nos dicta nuestra conciencia cristiana. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Nuestra postura debe ser la del publicano. Bien sabemos, después de que Jesús nos ha aclarado que Dios es nuestro Padre, que podemos y debemos acudir a él con toda confianza a pedirle perdón por nuestros fallos, convencidos que siempre nos perdonará, porque el perdón está en la entraña misma de nuestro Padre Dios. “¡Oh Dios!, te compasión de este pecador”.