De los que son como ellos es el reino de Dios

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 17,1-13:

El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oídos y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.

Salmo de hoy

Salmo 102,13-14.15-16.17-18a R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos de barro. R/.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. R/.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,13-16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Reflexión del Evangelio de hoy

 

Oferta del día:

Amor y Vida gratis
Razón: Dios Padre-Madre

¿Qué tendrá la palabra gratis que a todos nos gusta?

No hace mucho un anuncio se presentaba con esta frase. Y es cierto. No vamos a explicar lo que cuesta todo, ni vamos a hacer referencia a lo caro que está esto o aquello. Más bien vamos a reflexionar sobre el concepto gratis.

Si alguien toca a la puerta de su casa ofreciéndole cualquier cosa gratis, seguro que piensa que tiene truco, que algo va a tener que comprar a cambio. Formamos parte de la cultura del “te doy a cambio de…”

Sin embargo, en la primera lectura nos encontramos con un gesto que nace del Amor, de la gratuidad, de la auténtica, la que no busca nada a cambio. Dios Padre-Madre crea al ser humano por Amor, pero no sólo lo crea, le da dones: boca, ojos, inteligencia, sabiduría… y además le dio una ley, una clave, que acompañada de la sabiduría entregada se convierte en una clave de sentido: deseo de Felicidad y capacidad para buscarla; deseo de Amor y capacidad para sentirlo; deseo de Vida y capacidad para disfrutarla.

Todo esto con un detalle que no nos puede pasar desapercibido: hace al ser humano a su propia imagen, es decir, como Dios: BUENO. Cuando el mundo, la sociedad se pregunta dónde están las raíces del Ser Humano, nosotros desde la fe solo podemos contestar: en Dios, pero podemos decirlo de muchas maneras: en el Amor, en la Bondad.

El problema es incluso que los cristianos y cristianas hemos olvidado este episodio de amor de nuestras vidas y parece que somos más descendientes del pecado que de la gracia. Podríamos decir que nos hemos convertido en anoréxicos en la fe, cuanta más gracia recibimos más pecadores nos empeñamos en vernos. ¿Acaso no traicionamos nuestra esencia si no vemos el Amor del que venimos y con el que se nos creó?
Pero claro, hay que ser muy ingenuo, infantil, ignorante, o ciego para afirmar que nuestro origen está en el Amor, en la Bondad, viendo lo que nos rodea, la injusticia, la violencia, la necesidad de tener más, la necesidad de poder, nuestras propias limitaciones. Definitivamente, hay que ser muy ciego… o muy infante.

Quizá hace algunos años en nuestra comunidad lo entendíamos, o lo teorizábamos. Pero en la actualidad, que gozamos de la dicha de contar con criaturas corriendo y jugando a nuestro alrededor, podemos ver con más claridad lo que implica ser infante, lo que es crecer y vivir desde la confianza y el amor.

Nuestros hermanos y hermanas no solo han transmitido vida, lo han hecho desde el amor, desde su inicio hasta el momento presente, y es el don más grande que como comunidad sentimos, ver que crecen en el Amor y no en el sufrimiento.

Confían, descansan, disfrutan, ríen porque alguien vela por su seguridad, alguien desea profundamente, sin límites, que sean felices. Y no por nada a cambio, por puro Amor y Gratuidad.

Vivir desde esta experiencia quizá no sea el pasaporte al Reino de Dios, quizá sea el mismo Reino de Dios.