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Entrevista a fr. Juan Manuel Almarza

26 de febrero de 2014

La revista Vida Nueva publica una entrevista a fr. Juan Almarza, regente de estudios de las Provincias de España, Aragón y Bética, y director de las Conversaciones de San Esteban.

Les ofrecemos aquí la entrevista publicada en Vida Nueva y que nos ha proporcionado el mismo autor, fr. Juan Manuel:

1. Acaba de finalizar la edición de este año de las Conversaciones de San Esteban, “Los pasos del hombre, las huellas de Dios”, ¿qué balance puede hacer?

  - Son ya 42 años de “Conversaciones” con una enorme variedad de temas y conferenciantes. La primera nota del balance es que siguen vivas, siguen interesando, siguen aportando cosas y la gente lo reconoce con su apoyo y su presencia. La segunda nota es que los dominicos de Salamanca nos sentimos orgullosos de la continuidad de este proyecto que encierra infinidad de matices e intereses. También nos sentimos orgullosos de las gentes que año tras año las siguen y nos animan.

2. ¿Qué intenta aportar, año tras año, las Conversaciones de San Esteban a la ciudad de Salamanca?

- Los dominicos somos predicadores y el ámbito de la predicación, no es sólo el recinto de una iglesia. El ámbito para escuchar la buena nueva es tan amplio como la vida. Donde está la vida están nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras intuiciones y sobre todo nuestras esperanzas. Es el mundo de la palabra, de lo que se puede decir… Todo lo que es humano adquiere vida en la palabra… Somos frailes de la palabra…

3. Y después de 42 ediciones… ¿Qué han aportado las Conversaciones a los propios dominicos?

- Pues cientos de amigos que han contribuido a abrir nuestra mente y también nuestro corazón. Para quien tiene interés, un conferenciante no es alguien anónimo. Como suele decirse en Salamanca: “O das una conferencia o te la dan”. No, no es eso. Es alguien que te ayuda a ver las cosas de otra manera, a descubrir otro mundo, a iniciar un camino... Cuando uno vive enfrascado en un mundo de ideas o de libros, como vivimos nosotros, lo más importante es sentir palpitar un corazón… Se consigue cuando se inicia una conversación. Nada ayuda tanto a superar la intolerancia o el desinterés como descubrir que las ideas están entretejidas con sentimientos, con experiencias, con opciones. Es apasionante. Los dominicos no sólo tenemos una gran biblioteca, tenemos más amigos que libros. Esa es nuestra riqueza. Y la amistad regala libertad…, poder disentir, poder dialogar…

4. Las Conversaciones de San Esteban se han convertido en un foro de diálogo cultural. Pero en general, ¿por qué suele ser tan frío el diálogo Fe-Cultura? ¿Qué orilla de las dos está más gélida?

- No dialogan ni la fe ni la cultura. Dialogamos las personas: Unas con experiencia de fe y otras sin ella, unos desde una experiencia hermosa y enriquecedora y otros desde una experiencia amarga; unos lo hacemos desde el ámbito de las humanidades y otros desde el de las ciencias, pero todos necesitamos oír y escuchar porque todo ello configura el sentido de nuestra vida y da consistencia a nuestro respeto y a nuestra libertad. ¿Qué orilla está más gélida? Aquella en la que hay más ignorancia y más intransigencia. Estos dones del cofre de Pandora están repartidos con bastante equidad. Deseamos que nunca lleguen a nuestra casa.

5. ¿Es atrevido calificar a las Conversaciones de San Esteban como un Atrio de los Gentiles que comenzó allá por el año 1972?

En cierto modo lo es, al menos actualmente. Con frecuencia se han abordado temas de teología fundamental, temas relacionados con la vulnerabilidad humana, la solidaridad y el reconocimiento, con la ciencia. Ahora somos muy conscientes de que hemos de predicar en el ámbito de la laicidad y también del encuentro interreligioso. Por eso hemos de buscar temas que nos interesen a todos. El tema de este año en torno al mundo literario y la sensibilidad religiosa que llevaba por título “Los pasos del hombre, las huellas de Dios” ha sido seguido por mucha gente con verdadero interés

6. Las Conversaciones es también un diálogo con el mundo de la increencia. ¿Cómo cree que ha de afrontarse este diálogo?

Ciertamente, tenemos muy claro que la predicación en nuestro mundo de hoy sólo llega a quienes no acuden a las iglesias mediante la creación de ámbitos de encuentro, con una clima de diálogo abierto y sincero y no mediante el adoctrinamiento. Por eso tiene tanta importancia para nosotros internet, la formación humana o el voluntariado social. Son ámbitos neutros o de encuentro en los que podemos encontrar gente magnífica que no es creyente y de la cual podemos aprender muchas cosas los cristianos, y también ellos de nosotros. Ese es nuestro reto con el mundo no creyente. En cambio, con los creyentes nuestro reto es ayudarles a formarse, a profundizar en su fe y a crear actitudes que permitan una convivencia respetuosa. La experiencia de fe es una gracia y un don, no una imposición. Nuestra predicación consiste en ofrecerla y compartirla, no imponerla ni exigirla. A nosotros nos corresponde “sembrar”…

7. Una idea, sólo una idea, o una luz que se le haya encendido a raíz de la edición de este año.

La huella más profunda que nos ha dejado Dios, nos dice el Cantar de los Cantares es la del amor, la de la ternura. Como decía el conferenciante de la última lección de este ciclo -Víctor Morla- , “al hablar de ternura no me estoy refiriendo al simple gesto de acariciarse o abrazarse (que también a esto) sino principalmente a una ternura que se desborde por el tejido social y lo empape… Estoy pensando en la actividad de Vicente Ferrer en la India. Recuerdo, todavía conmovido, su encuentro con una niña paria. La acarició, la besó y le dijo: ‘Vales más que todo el dinero del mundo’. Un momento mágico, sin duda, en que dos manifestaciones de ternura se funden para gestar algo nuevo. A eso le llamo ternura interactiva.” Sí, la sonrisa se una niña es una luz para nuestro mundo.

Juan Manuel Almarza