Escuelas espirituales

La Mística Renana y la Devotio Moderna fueron corrientes espirituales influyentes. Conoce a sus líderes, enseñanzas y su impacto en la historia


En estos tiempos difíciles, no surgieron nuevas formas de vida religiosa. Los flagelantes y las personas especialmente buenas eran una clara referencia espiritual del pueblo fiel. Asimismo, a comienzos de siglo surgió la mística renana, de gran repercusión en algunas regiones del centro de Europa, y a finales de siglo apareció la devotio moderna, que pasó a ser el principal modelo espiritual del siglo XV.

¿Qué movimientos y autores espirituales destacan en el siglo XIV?

En la zona de influencia de la mística renana, fundamentalmente en Bélgica, apareció la mística flamenca. Ésta tenía un carácter espiritual muy parecido a la mística renana. De hecho, algunos expertos agrupan a ambas dentro de la mística renano-flamenca. Esta escuela de espiritualidad nos anima a dejar el mundanal ruido para adentrarnos en lo más profundo de nosotros y unirnos con Dios. Influyó en la devotio moderna.

El autor más importante de esta escuela es el beato Juan Ruysbroeck (1293-1381) –o Ruusbroec–. En sus escritos describe la vida interior. Según este autor, si una persona quiere acercarse espiritualmente a Dios, ha de alejarse de lo exterior y superficial para adentrarse en sí mismo, donde Él habita, y allí ha de «recoger» todas las potencias del alma –la memoria, el entendimiento y la voluntad– concentrándolas en Él. Entonces se produce un «contacto» espiritual y uno se siente inmerso en Dios.

También cabe subrayar la Escuela Inglesa. Durante los siglos XIV y XV hubo en Inglaterra un grupo de ermitaños y personas especialmente contemplativas, que dejaron unos escritos en los que prima la renuncia al ego y al mundo para centrarse en la contemplación de Dios. Sin desarrollar complejas teorías espirituales, promovieron las obras de caridad, la vida ascética moderada y el afecto. Destacan el sacerdote ermitaño Ricardo Rolle (ca. 1300-1349), el canónigo regular Walter Hilton (+ 1396), la laica célibe Juliana de Norwich (ca. 1342-1413) y la laica casada Margarita Kempe (1373-1439).

¿Qué enseñanza nos deja Santa Catalina de Siena en El Diálogo?

Hay, además, otros muchos autores espirituales en este siglo. Entre ellos sobresale santa Catalina de Siena (1347-1380), Doctora de la Iglesia, de la que ya hemos expuesto su vida. Entre sus escritos destacan sus cartas y, principalmente, El Dialogo. Un rasgo característico de la espiritualidad de esta santa es su carácter intelectual, fruto de su trato con teólogos dominicos.

El Diálogo es una obra fundamentalmente formativa en la que se promueve el conocimiento de uno mismo y, sobre todo, la relación íntima con Dios. Habla de cinco etapas para conocer a Dios y alcanzar la perfección, a saber:

  1. lo más bajo son las personas sometidas al pecado;
  2. después están los que aman por «temor servil» al castigo divino;
  3. el siguiente grado se alcanza cuando amamos para conseguir el favor de Dios, pero se trata de un «amor mercenario»;
  4. es mucho mejor amar desinteresadamente con «amor filial»;
  5. pues a quien lo alcanza se le concede el «amor per­fecto» con el que se une verdaderamente con Dios. La persona queda entonces despojada de sí misma y llena de Él.

Otros destacados autores espirituales de esta época son: santa Brígida de Suecia (1303-1373), fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, los dominicos san Vicente Ferrer (1350-1419) y Jerónimo Savonarola (1452-1498) y, asimismo, san Bernardino de Siena (1380-1444), santa Catalina de Bolonia (1413-1463) y santa Catalina de Génova (1447-1510) de la Familia Franciscana.

¿Quiénes fueron las beguinas y como vivían?

A lo largo del siglo XIII fueron tomando fuerza en la zona renana –es decir, en las regiones aledañas al río Rin, que transcurre por las actuales Suiza, oeste de Alemania, Bélgica y Holanda– un gran número de beaterios. Se trataba de comunidades de laicas piadosas llamadas beguinas.

¿Quiénes eran los begardos?

También las había de varones, los begardos, aunque éstos fueron mucho menos numerosos. Todos ellos contaron con el apoyo de las recién fundadas Órdenes mendicantes, especialmente de los dominicos y franciscanos. Este movimiento religioso se extendió también por otras zonas del centro de Europa, pero lo hizo con menos fuerza.

¿Qué factores impulsaron su crecimiento?

En las comunidades de beguinas –o beguinatos– surgió una especial espiritualidad que manejaba una terminología mística propia y se transmitía en la lengua nativa, no en latín. Escribieron obras espirituales de gran calidad, destacando las de Hadewich de Amberes († 1260) y Matilde de Magdeburgo (1207-1282). Esta espiritualidad influyó en la religiosidad de los habitantes de las ciudades cercanas y en la mística renana, como veremos más adelante.

Los beguinatos fueron muy abundantes, de tal forma que en aquella zona llegaron a abarcar un 6% de la población. Hay tres motivos para ello:

  1. la pujanza religiosa y espiritual que allí se vivía;
  2. el gran número de mujeres que había en comparación con los varones, pues éstos tenían un índice de mortalidad mucho más elevado debido a sus duros trabajos en el campo y, sobre todo, a las guerras, en las que morían a millares;
  3. y la incapacidad de los monasterios femeninos de aquella región de albergar a tantas mujeres que querían consagrarse a Dios.

¿Cómo era la vida en los beguinatos?

En muchos casos, los beguinatos se forman en torno a mujeres cultas de una elevada posición social capaces de costear su construcción y mantenimiento. Su tamaño variaba mucho: podían ser una simple vivienda o todo un barrio de una ciudad, rodeado de un muro, con plazas, edificios públicos e iglesia en su interior.

La forma de vida de las beguinas tenía un cierto parecido a la de las religiosas: eran célibes; hacían votos privados y temporales; se dedicaban a una tranquila vida de trabajo, oración y obras de caridad, gestionando casas de ayuda para pobres, ancianos o viudas; solían vestir capa y capucha como los frailes mendicantes; a veces, como ellos, mendigaban la comida, aunque la mayoría ganaba su sustento trabajando; tenían una maestra, a la que llamaban «Marta», que ellas mismas elegían; y había un clérigo diocesano o religioso encargado de acompañar espiritualmente al beguinato. También hubo beguinas y begardos que vivían en solitario, bien en una casa, o bien entregados a la itinerancia y la mendicidad.

¿Quiénes fueron los amigos de Dios?

En la zona renana había asimismo grupos de cristianos que se reunían –o se carteaban– periódicamente para compartir su fe en torno a un maestro espiritual. Eran los amigos de Dios. Sobresalieron en el siglo XIV. Contaban con laicos, clérigos y religiosos.

Pero también aparecieron otros grupos que promovían una doctrina diferente o contraria a la Iglesia, cuyos líderes eran visionarios que se sentían iluminados por Dios. Se trata de los hermanos y hermanas del libre espíritu.

Defendían, entre otras cosas, que la persona es capaz de llegar a un estado de impecabilidad en el que ya no necesita los sacramentos ni escuchar la Palabra de Dios. Desgraciadamente, sus ideas se difundieron entre el pueblo fiel, de tal forma que contaminaron a los beguinatos. De hecho, hubo algunas beguinas condenadas por la Inquisición, como Margarita Porète, que en 1310 fue quemada en la hoguera.

¿Qué riesgo hubo en los beguinatos?

Pues bien, debido al peligro de que se extendiera la herejía en los beguinatos, la Iglesia actuó contundentemente, ordenando que fuesen suprimidos. Esta drástica medida se tomó en el Concilio de Vienne, en 1312. El Papa Clemente V pidió entonces a las Órdenes mendicantes que colaborasen en reconducir espiritualmente a las beguinas.

Se las dio tres opciones: ingresar en un monasterio, integrarse en una Tercera Orden, o llevar una sencilla vida de oración, penitencia y servicio a Dios. Ante esta situación, muchos beguinatos tomaron la Regla de la Tercera Orden de los franciscanos o de los dominicos, apoyados por éstos. Parece que hubo algunos beguinatos que subsistieron, pero fueron cerrados definitivamente por la Reforma protestante (siglo XVI).

¿Qué solicitó el Papa a las órdenes mendicantes?

El Papa también pidió a los frailes mendicantes que se ocupasen del cuidado espiritual de los monasterios femeninos de sus Órdenes. Los dominicos alemanes pusieron estos mandatos del Papa en manos de su mejor teólogo: el Maestro Eckhart (ca. 1260-ca. 1327).

Para acometer esta labor, éste y otros predicadores rechazaron la opción de difundir fría y rígidamente la doctrina de la Iglesia, y se decantaron por adaptarse a las personas a las que debían predicar, de tal forma que desarrollaron una «predicación mística» en lengua nativa, muy en sintonía con la espiritualidad generada en la zona renana en torno a las comunidades de beguinas, los monasterios femeninos y los amigos de Dios. El resultado fue la mística renana.

El Maestro Eckhart y la mística renana

Tomando como base la espiritualidad que vivían las beguinas y la mística neoplatónica y apofática de Dionisio Areopagita, esta escuela espiritual aporta importantes claves vivenciales y metafísicas para alcanzar la unión con Dios

¿En qué consiste el desasimiento en la mística renana?

Consiste en soltarnos de todas nuestras impurezas y falsas seguridades

Un elemento fundamental es el desasimiento, que consiste en desasirnos –o soltarnos– de todas nuestras impurezas y falsas seguridades para emplazar nuestra vida sobre la roca firme que es Dios. Él, ciertamente, nos regala gratuitamente su presencia en nuestro corazón, pero antes es necesario que lo purifiquemos y lo abramos dócilmente a la acción de su Espíritu.

Por ello, el desasimiento requiere que nosotros hagamos un gran esfuerzo de nuestra parte. Es decir, si queremos alcanzar la experiencia mística, debemos esforzarnos ascéticamente.

A medida que nos desprendemos de todo lo que se opone al Evangelio vamos haciendo vacío en nuestra alma, y ese vacío es ocupado por Dios. Esto tiene lugar en el fondo del alma, en lo más profundo de nosotros, allá donde Dios tiene su morada.

¿Qué sucede cuando alcanzamos la unión con Dios?

Cuando alcanzamos la unión con Dios, experimentamos su sobreabundante presencia en nuestra alma y nos sentimos tan inundados por su amor, que no somos capaces de distinguir qué amor procede de Dios y cual procede de nuestro corazón: porque sentimos que todo es un único amor divino, intenso y pleno. En ese momento experimentamos que ya no somos nosotros los que guiamos nuestra vida, sino que lo hace el mismo Cristo.

¿Cómo explica el maestro Eckhart el desasimiento?

Esta vivencia nos la explica el Maestro Eckhart en el Libro del consuelo divino comentando aquello que dice Jesús en el capítulo 17 del evangelio según san Juan: «Te pido que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado» (Jn 17,21). Entonces Eckhart dice lo siguiente:

«Aquí, Nuestro Señor Jesucristo rogó a su Padre que pudiésemos nosotros hacernos uno con Él y en Él, y no sólo unidos, sino un único uno. Para estas palabras y esta verdad, tenemos también una señal visible y exterior, una clara prueba en el fuego. Cuando el fuego prende en el leño y éste se inflama y se convierte en ascua, lo consume y lo transforma totalmente con respecto a su apariencia anterior, le quita la aspereza y su frialdad, su peso y su humedad y lo hace cada vez más semejante a su misma naturaleza de fuego. Pero no se extinguen ni se satisfacen o acallan la leña ni el fuego con el logro de un cierto calor o con una llama mutua; es preciso que el fuego nazca del mismo leño y le comunique su propia naturaleza, su propia esencia, de modo que todo sea un fuego homogéneo y cada vez más indistinto, de modo que desaparezca entre ellos hasta la más pequeña diferencia. Antes de alcanzar este punto hay un rugir y un pugnar, un chisporroteo y una lucha entre el fuego y el leño. Entonces el fuego se torna tranquilo, se extingue y el leño desaparece».

¿Quién era Eckhart de Hochheim?

Este autor era un eminente teólogo dominico, que llegó a ser catedrático de teología en París y prior provincial de Teutonia (Alemania). Tras el Concilio de Vienne, en 1312, teniendo aproximadamente 53 años, se le confió la misión de ayudar espiritualmente a monjas dominicas y beguinas de Alsacia y Suiza. En 1323 fue nombrado director del Estudio General de los dominicos en Colonia.

¿Cómo fue el proceso inquisitorial contra Eckhart?

Pero en 1326 se introdujo un proceso de la Inquisición contra él, debido a ciertas acusaciones sobre supuestas herejías que estaba difundiendo en sus homilías en lengua nativa al pueblo fiel, como consecuencia de su estrecho contacto con las beguinas. Eckhart murió probablemente en Aviñón al año siguiente, con unos 67 años, intentando defenderse de las acusaciones.

El Maestro Eckhart conocía bien la teología de san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino, pero se apoya sobre todo en la filosofía neoplatónica y en la mística de Dionisio Areopagita. Su producción literaria consta de tratados y sermones. Su lenguaje emplea sutiles términos metafísicos y expresiones místicas propias del ambiente en el que predica, gracias a lo cual pudo describir con gran detalle la unión con Dios, pero a costa de ser poco comprensible para los que no dominan esta terminología. Parte de su obra está escrita en latín y otra en un dialecto del alemán antiguo, lo cual aumenta aún más la dificultad de comprensión.

Como consecuencia del proceso inquisitorial que sufrió este fraile, el Papa Juan XXII (1249-1334) publicó en 1329 la bula In agro dominico contra sus escritos. Esto supuso el final del auge de la mística renana. Aunque esta bula constata que Eckhart es fiel a la doctrina de la Iglesia, en ella se declara que sus escritos contienen 17 sentencias heréticas y 11 sospechosas de herejía, lo cual viene a mostrar algo importante: hay textos de Eckhart difíciles de comprender, con expresiones muy oscuras que pueden resultar erróneas, sobre todo si son sacadas de contexto. Pues bien, a pesar de que el Maestro Eckhart nunca fue condenado como hereje, su persona y su espiritualidad quedaron marcadas por la sospecha tras la promulgación de esta bula.

¿Quiénes fueron los discípulos del maestro Eckhart?

A pesar de esto, sus discípulos, sobre todo Juan Taulero (ca. 1300-1361) y el beato Enrique Susón (ca. 1295-1365), lucharon por mantener viva esta corriente mística. Para ello la expusieron y explicaron con un lenguaje más comprensible y claro. Pero una vez que éstos murieron, esta espiritualidad fue, en cierto modo, reemplazada por la devotio moderna, como veremos a continuación.

Afortunadamente, los escritos de ambos discípulos se divulgaron mucho, sobre todo el Diálogo de la eterna Sabiduría de Susón, más conocido por su versión el latín titulada Horologium Sapientiae. A mediados del siglo XVI las obras de ambos, junto con algunos sermones de Eckhart, fueron traducidos al latín, difundiéndose por Europa, influyendo en autores tan destacados como san Juan de la Cruz (1542-1591), cuya espiritualidad se vio marcada por la mística renana.

¿Cuál es la contribución de Enrique Susón a la mística renana?

Lo que más destaca del pensamiento espiritual de Enrique Susón es que, a diferencia de Eckhart y Taulero, en el ascenso hacia Dios distingue claramente los tres grados clásicos de madurez espiritual: principiante, avanzado y perfecto.

Asimismo, en sus textos le da mucha importancia a la Pasión de Cristo, animándonos a meditar el sufrimiento de Jesús para acceder espiritualmente a su divinidad. Las obras de este fraile han transmitido profusamente la mística renana a las siguientes generaciones. Y lo hizo con un lenguaje relativamente sencillo. Así habla, por ejemplo, sobre la divinización que experimentamos cuando nos unimos a Dios:

«Un hombre abandonado puede llegar en esta vida a sentirse uno con Aquel que es la Nada respecto de todas las cosas captables por los sentidos o expresables en palabras. A esa Nada es a la que llamamos comúnmente “Dios” que, en sí mismo, es el Ser sobre todo ser. En ese fondo, un hombre abandonado se reconoce uno con esta Nada, y esta Nada se conoce a sí misma sin que precise del ejercicio de la inteligencia. Pero has de saber que en todo esto se esconde el misterio. Un misterio en el que hay que profundizar» (Diálogo de la Verdad, VII).

¿Por qué se distanciaron la teología y la espiritualidad?

Podemos considerar a los místicos renanos como los últimos autores que unieron la alta teología y la profunda experiencia espiritual. Hasta entonces era normal que los grandes teólogos fuesen también maestros espirituales.

Pero una vez que fallecieron Eckhart, Taulero y Susón, esto se dio, desgraciadamente, en casos excepcionales, pues desde entonces el estudio concienzudo de la teología marchó por un lado, debido a que se hizo muy académico, y la honda experiencia espiritual por otro, porque se simplificó intelectualmente para evitar confusiones.

¿Qué es la devotio moderna?

Hemos visto que la mística renana quedó en entredicho con la bula In agro dominico. Además, dada su cierta complejidad metafísica, se la veía susceptible de poder propiciar errores espirituales entre sus seguidores, más aún cuando los hermanos y hermanas del libre espíritu difundían entre ellos una espiritualidad claramente herética.

Por ello a penas nadie tomó el relevo de los místicos renanos y flamencos. Taulero falleció en 1361 y Susón en 1365. El beato Juan Ruysbroeck vivió hasta 1381. Estando así las cosas, la zona renana, tan pujante a nivel religioso, necesitaba una nueva guía espiritual. Pues bien, es justo entonces cuando surgió en Holanda la devotio moderna, una espiritualidad con cierta influencia de las místicas renana y flamenca, pero muy sencilla y menos vulnerable a las herejías.

¿Quiénes fueron los creadores de la Devotio Moderna?

Sus creadores fueron Gerardo Groote (1340-1384) y Florencio Radewijns (1350-1400). El primero fundó a los Hermanos y Hermanas de la Vida Común, que eran comunidades formadas fundamentalmente por laicos, y el segundo organizó este movimiento y fundó, además, la Congregación de canónigos regulares de Windesheim. Ambas agrupaciones vivían y difundían la devotio moderna.

¿Qué caracteriza a la devotio moderna?

Como pasa con otras muchas escuelas espirituales, la devotio moderna no ve bien que se busque la relación espiritual con Dios por medio del estudio, pues alcanzar un gran conocimiento puede hacernos pensar que somos mejores que los demás, y eso nos aleja de Dios. Por el contrario, promueve el acercamiento a Jesús por medio del amor y la piedad.

Teológicamente hablando, se trata de una espiritualidad muy sencilla: se centra en el Jesús de los evangelios. Es en Él donde encontramos un modelo a seguir claro y puro. Por ello la devotio moderna promueve mucho la meditación de los pasajes más importantes de la vida de Jesús.

Es una espiritualidad sencilla centrada en el Jesús de los evangelios

En vez de animar al creyente a ahondar en su corazón en busca de Dios, como hacía la mística renana, le invitan simplemente a tener una vida moralmente correcta mediante la práctica de las virtudes, la oración, los ejercicios de piedad y los exámenes de conciencia. La oración en la devotio moderna es muy metódica: se indica claramente cuándo, dónde y cómo hay que orar y se explica con gran detalle cómo hacer la lectio divina. Así se ayuda al creyente a no desviarse por caminos erróneos.

También anima a hacer ejercicios espirituales, y se publican diversos métodos bien explicados para que el ejercitante sepa en todo momento qué ha de hacer. Uno de ellos es el Exercitatorio de la vida espiritual de García Jiménez de Cisneros (1455-1510), abad de Monserrat. San Ignacio de Loyola (1491-1556) leyó un Compendio breve de esta obra en su estancia en Manresa e influyó en sus Ejercicios Espirituales.

¿Quién fue Tomás de Kempis? ¿Cuál fue su papel en la devotio moderna?

Hay muchos autores en la devotio moderna. Además de sus dos fundadores, podemos destacar a los teólogos Juan Zerbolt (1366-1398) y Juan Gerson (1363-1429), los cartujos Ludolfo de Sajonia (o el Cartujano) (ca. 1300-ca. 1377) y Dionisio de Rickel el Cartujano (1402-1471) y al benedictino ya citado García Jiménez de Cisneros.

Sin lugar a dudas, el más conocido es el canónigo regular Tomás de Kempis (ca. 1379-1471). Este autor nació en Kempen –en español «Kempis»–, ciudad situada en la zona renana de Alemania. Con 13 años conoció a los hermanos de la vida común en Holanda.

Seis años después se incorporó a la comunidad que este movimiento tenía en la casa de Radewijn y al año siguiente (1399) ingresó en el monasterio de Santa Inés en Zwolle, de la Congregación de canónigos regulares de Windesheim. Fue ordenado sacerdote y desempeñó los servicios de prior, subprior y maestro de novicios.

La Imitación de Cristo: un clásico de la literatura espiritual

Copió obras importantes y escribió libros para edificar a sus novicios y a la gente en general. El más importante es la Imitación de Cristo. Para escribirlo, Kempis recopiló pensamientos espirituales tomados de otros autores. Por eso no firmó el libro, lo cual ha llevado a dudar sobre su autoría durante varios siglos. Actualmente los análisis muestran con bastante claridad que él es el autor.

Desde su primera edición tuvo tal difusión que es el libro religioso cristiano más divulgado después de la Biblia. Se trata de un conjunto de sentencias sencillas y cortas para ser meditadas por el lector. Promueve especialmente la humildad, la abnegación y, sobre todo, el amor. Jesús es el gran modelo a seguir. Veamos un ejemplo:

«Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús.

Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas.

El amor de las criaturas es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable.

El que se encamina a las criaturas, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, se afianzará en Él para siempre.

Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, Él no te desamparará ni te dejará perecer en el fin.

De todos has de ser desamparado alguna vez, lo quieras o no» (II, c. 7, 1).