Ejercicios espirituales online I

Esta propuesta de ejercicios espirituales es una guía para las personas o matrimonios que deseen avanzar en su relación con Dios y mejorar su vida. Se trata de una experiencia de oración flexible que se adapta a nuestra rutina habitual.


Al empezar

  1. Ponerse en Presencia de Dios: está aquí. me ama, me mira
  2. Un Padrenuestro, despacio
  3. En silencio: adorar
  4. Humildad, sentirse dependientes de Dios. Necesitados de todo
  5. Nos acercamos al trono de la misericordia
  6. Dar gracias: Por la vida que tengo. Por el día de hoy…
  7. Pedirle perdón.
  8. Pedir la gracia de vivir este día de Ejercicios Personalizados.


Día 28: Hacer venir el Reino de Dios

Lucas 12,49-53

He venido a traer fuego a la tierra…

Reconsiderando esa hermosa imagen de Jesús, un himno de comunión canta: “Mendigo del fuego yo te tomo en mis manos como en la mano se toma la tea para el invierno… Y Tú pasas a ser el incendio que abrasa el mundo…”

En toda la Biblia, el fuego es símbolo de Dios; en la zarza ardiendo encontrada por Moisés, en el fuego o rayo de la tempestad en el Sinaí, en los sacrificios del Templo, donde las víctimas eran pasadas por el fuego, como símbolo del juicio final que purificará todas las cosas:

Jesús se compara al que lleva en su mano el bieldo para aventar la paja y echarla al fuego (Mateo 13,40).

Habla del fuego que quemará la cizaña improductiva (Mateo 13,40)

Pero Jesús rehusa hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos. (Lucas 9,54)

La Iglesia, en lo sucesivo, vive del “fuego del Espíritu” descendido en Pentecostés. (Hechos 2,3).

Ese fuego ardía en el corazón de los peregrinos de Emaús cuando escuchaban al Resucitado sin reconocerlo… (Lucas 24,32).

¡Y otra cosa no quiero sino que haya prendido!

Cuando Jesús, en las páginas precedentes nos recomendaba que nos mantuviéramosen vela y en actitud de servicio, nos invitaba a una disponibilidad constante a la voluntad de Dios. El mismo Jesús dio ejemplo de esa disponibilidad, de ese deseo ardiente de hacer venir el Reino de Dios.

Hacer venir el Reino de Dios

No hay que estar durmiendo.

“¡Cómo quisiera que el fuego haya prendido y esté ardiendo!” Hay que despegarse de la banalidad de la existencia, hay que “arder”… en el seno mismo de las banalidades cotidianas.

Tengo que recibir un bautismo, y ¡cuán angustiado estoy hasta que se cumpla!

La renovación del mundo por el fuego de Dios, la purificación de la humanidad, son como una obsesión para Jesús. Sabe que para ello tendrá que ser sumergido –bautizado- en el sufrimiento de la muerte, que será vapuleado como las olas del mar vapulean a un ahogado. Este pensamiento le llena de angustia.

La salvación del mundo… la purificación, la redención de los hombres… no se han llevado a cabo sin esfuerzo, ni sin sufrimientos inmensos. No lo olvidemos nunca.

¿Cómo podría extrañarnos que eso nos cueste, puesto que ha costado tan caro a Jesús?

Señor, danos la gracia de participar a tu bautismo.

¿Pensáis que he venido a traer paz  a la tierra? Os digo que no, sino división.

El Mesías era esperado como Príncipe de la Paz (Isaías 9,5; Zacarías 9,10; Lucas 2,14, Efesios 2-14)

La paz es uno de los más grandes beneficios que el hombre desea; aquel sin el cual todos los demás son ilusorios y frágiles. Los hebreos se saludaban deseándose la paz: “Shalom”. Jesús despedía a los pecadores y pecadoras con esa frase llena de sentido: “Vete en paz” (Lucas 7,50; 8,48; 10,5-9). Y sus discípulos tenían que desear la “paz” a las casas donde entraban.

Pero… Ese saludo, esa paz nueva, viene a trastornar la paz de este mundo.

No es una paz fácil, sin dificultades: es una paz que hay que construir en la dificultad.

Porque de ahora en adelante una familia de cinco estará divida: Tres contra dos, y dos contra tres… El Padre contra el Hijo, y el Hijo contra el Padre… La Madre contra la Hija, y la Hija contra la Madre …

Vemos cada día en muchas familias ese tipo de conflictos que anuncia Jesús. Llegará un día en que habrá que decidirse, por, o contra Jesús; y en el interior de una misma familia, la separación, la división resulta dolorosa…

Te ruego, Señor, por las familias divididas por ti: ¡cuán seria es esa toma de posición que Tú exiges! Ineluctable, inevitable, necesaria.

Da gracias.

Escribe la impresión final.




Al terminar

  1. Adoras en silencio. El tiempo que creas necesario.
  2. Puedes repetir la palabra o idea que más te haya llamado la atención.
  3. Das las gracias por el rato que has pasado en su presencia.
  4. Rezas despacio un Avemaría a Nuestra Señora.