¿Cómo se desarrolla un Cónclave?

Cardenal Cottier ¿Qué es un Cónclave?

  El Cónclave es la reunión de cardenales convocados con el propósito de elegir un nuevo Papa. Según la legislación actual, solo los cardenales menores de 80 años pueden participar en esa reunión: «El derecho de elegir al Romano Pontífice corresponde únicamente a los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, con excepción de aquellos que, antes del día de la muerte del Sumo Pontífice o del día en el cual la Sede Apostólica quede vacante, hayan cumplido 80 años de edad. El número máximo de Cardenales electores no debe superar los ciento veinte» (nº 33).

 La palabra Cónclave viene del Latín cum clavis (con llave), se refiere a un lugar cerrado con llave. El evento histórico que da nombre de Cónclave a la elección de los Pontífices se remonta a 1270, cuando los habitantes de Viterbo, por entonces sede papal, cansados después de varios años de reunión sin que eligieran un nuevo Papa, encerraron a los cardenales bajo llave en una sala grande del palacio papal, reduciendo su comida a pan y agua, para que eligieran pronto al nuevo Pontífice que fue el papa Gregorio X.

La elección de un Papa se conduce tras puertas cerradas, en cónclave. Los cardenales participantes en el cónclave no tienen contacto con el exterior.

 ¿Dónde se celebra el Cónclave?Capilla Sixtina

La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por el Papa Juan Pablo II en 1996 establece cómo ha de llevarse a cabo la elección. Es la fuente que hemos utilizado para preparar este artículo, junto con las modificaciones de Benedicto XVI en 2007 y 2013.

La Constitución introdujo una novedad: los cardenales pueden residir en la Domus Sanctae Marthae, construida recientemente en la Ciudad del Vaticano. Con anterioridad los cardenales residían en apartamentos provisionales levantados en torno a la Capilla Sixtina.

Respecto a la elección, la Constitución señala que «El Cónclave para la elección del Sumo Pontífice se desarrollará dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños», aunque después especifica la Capilla Sixtina como el lugar señalado para las elecciones.

¿Cómo se desarrolla un Cónclave?

Los inicios

El primer día, los Cardenales electores se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, o donde la oportunidad y las necesidades de tiempo y de lugar aconsejen, para participar en una solemne celebración eucarística con la Misa votiva «Pro eligendo Papa». La Eucaristía tendrá lugar por la mañana, a ser posible.

Por la tarde se dirigirán, en procesión, desde la Capilla Paolina donde se han reunido previamente, hasta la Capilla Sixtina, invocando el Veni Creator.

La Constitución establece que se hagan “rigurosos y severos controles” para evitar que se hayan instalado medios de grabación o emisión al exterior.

Los cardenales volverán a pronunciar el juramento con el que se comprometen a guardar el secreto, y lo hacen de uno en uno con la mano sobre el Evangelio. Como a lo largo de la historia en los Cónclaves en ocasiones interferían poderes temporales, en ese juramento los cardenales también se comprometen a no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice.

Cuando el último cardenal ha pronunciado el juramente, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias pronunciará el extra omnes y todas las personas ajenas al Cónclave tendrán que salir de la Capilla Sixtina.

Solo quedarán dentro dos personas que no son cardenales electores: el Maestro de Celebraciones y el eclesiástico que ha sido elegido para impartir la segunda de las meditaciones a los cardenales. Los dos salen una vez terminada la meditación.

Interviene entonces el Cardenal Decano (o quien haga sus veces) que plantea a los cardenales si tienen dudas sobre el desarrollo de la elección y si se puede proceder a la elección.

La elección

El primer día del Cónclave, si ha comenzado por la tarde, se tendrá un único escrutinio. El resto de los días, dos escrutinios por la mañana y dos por la tarde.

Antes de la elección se procede así:

1. Se reparten las papeletas (2 o 3 a cada cardenal)
2. Se eligen tres escrutadores, tres Inifirmarii (recogerán las papeletas de cardenales enfermos) y tres revisores

En la Constitución nada queda a la improvisación y se señala incluso cómo ha de ser la papeleta (rectangular, en la parte superior debe estar escrito: Eligo in Summum Pontificem y la parte inferior en blanco para escribir el nombre), cómo ha de escribirse el nombre del que elige (con caligrafía irreconocible) y cómo ha de doblarse la papeleta (doblando dos veces la papeleta).

Cada cardenal se acerca al altar de la capilla Sixtina donde se ha colocado previamente una urna con un plato encima. Ante al altar se sitúan los escrutadores. El cardenal pronuncia las siguientes palabras: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. Coloca el voto en el plato y con éste lo mete en la urna. Se inclina ante al altar y vuelve a su sitio.

Una vez que todos los cardenales han votado, el primer Escrutador remueve las papeletas y el último Escrutador las cuenta para comprobar que coinciden con el número de electores. Si no es así, las papeletas son quemadas sin abrirlas y se procede a una nueva votación.

Recuento de votos

Los tres Escrutadores, sentados en una mesa ante el altar, comienzan en recuento. El primero abre una papeleta y la lee en silencio, se la pasa al segundo que vuelve a leerla en silencio y finalmente el tercero lee el nombre el voz alta y anota el nombre.

Concluido el escrutinio de las papeletas, los Escrutadores suman los votos obtenidos por los varios nombres y los anotan en una hoja aparte. «El último de los Escrutadores, a medida que lee las papeletas, las perfora con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra Eligo y las inserta en un hilo, para que puedan ser conservadas con más seguridad. Al terminar la lectura de los nombres, se atan los extremos del hilo con un nudo y las papeletas así unidas se ponen en un recipiente o al lado de la mesa».

Si alguno ha llegado a los dos tercios, es el nuevo Pontífice; si ninguno ha alcanzado esa cifra se vuelve hacer otra votación hasta alcanzarlo.

Comprobación y quema de papeletas

En todos los casos, los Revisores tienen que comprobar que los votos y las anotaciones de los Escrutadores están correctos. Las papeletas son entonces quemadas junto con los escritos y anotaciones que los cardenales hayan hecho a lo largo de la votación. Si inmediatamente después se tiene que proceder a otra votación, las papeletas de la primera votación se quemarán después, junto con las de la segunda al final de la mañana o de la tarde.

La Constitución Apostólica no dice nada acerca de la famosa «fumata biancha o fumata nera», pero como es sabido a la hora de quemar las papeletas se utiliza un producto que hace que el humo sea negro (si no se ha elegido el Papa) o blanco (si ya ha sido elegido).

Al final de cada votación se tienen que preparar un documento con los resultados que será entregado al futuro Papa.

Número límite de escrutinios

Si después de tres días de escrutinios no se alcanza un consenso, se «suspenden al máximo por un día, para una pausa de oración, de libre coloquio entre los votantes y de una breve exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los Diáconos». Seguirán, si así hiciera falta, otros 21 escrutinios, agrupados de siete en siete y con un día de descanso entre ellos.

En este punto la Constitución Apostólica fue modificada por Benedicto XVI (Motu propio 11 de junio de 2007) y por el Motu Propio de febrero de 2013 determinando lo siguiente: «tendrán voz pasiva solamente los dos nombres que en el precedente escrutinio hayan obtenido el mayor número de votos, sin apartarse de la norma de que también en estas votaciones se requiere para la validez de la elección la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes. En estas votaciones los dos nombres que tienen voz pasiva carecen de voz activa».

Lo que no se tiene que hacer

La última parte de la Constitución alerta de lo que se debe evitar en una elección de Pontífice.

En primer lugar, puesto que desgraciadamente en el pasado no han faltado, se prohíbe la simonía en la elección de un Papa. Simonía, como es sabido, es la compra o venta de lo que es espiritual por bienes materiales. Incluye cargos eclesiásticos, sacramentos, sacramentales, reliquias y promesas de oración.

Lo más destacable de esta sección es la insistencia en evitar la intervención de poderes ajenos a la Iglesia para conservar la libertad de ésta. Para ello, para evitar la intervención de autoridades civiles, que no han faltado en el pasado, se prohíbe a los cardenales aceptar «el encargo de proponer el veto o la llamada exclusiva, incluso bajo la forma de simple deseo, o bien de manifestarlo tanto a todo el Colegio de los electores reunido, como a cada uno de ellos, por escrito o de palabra, directa» (nº 80).

Se insiste de nuevo, más adelante, en que los cardenales eviten presiones externas. Es significativo el número 83 que hace referencia expresa a los medios de comunicación, el mayor poder actual: «Con la misma insistencia de mis Predecesores, exhorto vivamente a los Cardenales electores, en la elección del Pontífice, a no dejarse llevar por simpatías o aversiones, ni influenciar por el favor o relaciones personales con alguien, ni moverse por la intervención de personas importantes o grupos de presión o por la instigación de los medios de comunicación social, la violencia, el temor o la búsqueda de popularidad. Antes bien, teniendo presente únicamente la gloria de Dios y el bien de la Iglesia, después de haber implorado el auxilio divino, den su voto a quien, incluso fuera del Colegio Cardenalicio, juzguen más idóneo para regir con fruto y beneficio a la Iglesia universal».

Una vez elegido

Una vez elegido Papa, se llama a la Capilla Sixtina al Secretario del Colegio de los Cardenales y al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Entonces el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, pregunta al elegido: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Si el elegido acepta, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? El Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias llama a dos Ceremonieros y los tres levantan acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado.

Los cardenales entonces se acercarán uno a uno para mostrar un gesto de respeto y obediencia al nuevo Pontífice. Después se encaminarán hacia el balcón de la Basílica de San Pedro donde el primero de los Cardenales Diáconos lo presenta al pueblo.

Os aconsejamos ver este gráfico ¿Cómo se elige un Papa? ofrecido por Vatican Insider, donde se explica cláramente cómo se procederá a la elección.