Dom
4
Jul
2010

Homilía XIV Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

Designó el Señor otros setenta y dos

Introducción

En la Primera lectura de este XIV domingo del tiempo ordinario escuchamos una profecía dirigida a la diáspora judía, sumergida en la dura realidad de la dispersión, sobre la cual Isaías proyecta una mirada de cercanía, fe y esperanza. En el Evangelio, Jesús, además de a los doce apóstoles, instruyó e envió a un grupo numeroso de discípulos para anunciar la llegada del Reino de Dios. La Segunda lectura, tomada de la carta a los Gálatas, concluye con la síntesis principal de dicho advenimiento, que reside en la vida que ha comenzado con Cristo Crucificado y que transforma al hombre en una criatura nueva, perteneciente a Dios.

La misión dada a un grupo numeroso de los discípulos proyecta la dimensión de universalidad que connota a la naturaleza misionera de la Iglesia: todo cristiano está llamado a anunciar el Evangelio por todo el mundo, con el testimonio de su vida, palabras y obras y con las actitudes evangélicas de la fraternidad, la pobreza, la constancia, la valentía profética y la confianza en el Señor.

Pero el campo misionero se extiende hasta los extremos de la tierra y escasean “obreros” dispuestos a abrazar las exigencias del anuncio evangélico, una deficiencia que sólo podrá ser superada a través de la oración, la cual ayuda a vencer el temor y a contemplar la vocación apostólica como un don de Dios, que constituye el sustrato de la vida cristiana.