Dom
25
Ene
2015

Homilía III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Está cerca el Reino de Dios

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Está cerca el Reino de Dios”

La afirmación de Jesús “está cerca el Reino de Dios”, conlleva proximidad temporal y buena noticia y ambas, íntimamente unidas. Cristo mismo es a la vez realidad de Dios en el mundo y Evangelio de Dios. Es el proyecto de Dios para el ser humano que cuenta necesariamente con nuestra la colaboración.

Entender el Reino de Dios como un lugar o un espacio, y aún no realizado plenamente, es no entender correctamente qué es el Reino de Dios. ¿Cómo podemos decir que está cerca, después de dos mil y pico años? El buen entendimiento del Reino de Dios conlleva cambio de valores y la adquisición de determinadas actitudes. Es un modo de ver, valorar, pensar, y juzgar distinto el mundo. Tanto más cerca está el Reino de Dios cuanto más presentes estén esos valores en el seguidor de Cristo. Se ha cumplido el plazo y una nueva época ha amanecido: la presencia amistosa y buena de Dios en el mundo por medio de su Hijo, Palabra encarnada.

La presencia amistosa de Dios, hermosea el mundo, bien eliminando lo que no funda comunidad, iglesia, sociedad, bien potenciándolas. No todas las cosas de este mundo son contrarias al proyecto de Dios. Discernir sobre ellas es verlas con la mirada de Dios expresada en el Génesis “y vio Dios que todo era bueno” (Gn. 1,12).

Es vivir constantemente en clave escatológica (aires de resurrección) como enseña la segunda lectura: vivir como si no se poseyera nada. Apartan de este Reino de Dios: la mentira, la estafa, los falsos testimonios, la corrupción, etc. Lo contrario produce cambio en el corazón, un corazón nuevo, actitudes nuevas y estructuras sociales mejores.

  • Convertíos

La realización del Reino de Dios necesita conversión total de la personas, no como un acto puntual y atemporal, sino como repetición de actos que engendran un buen hábito (virtud), una actitud continuada en la búsqueda de ese Dios cercano. En el evangelio aparece como imperativo, y de los primeros que pronuncia Cristo: convertíos (no hay que olvidar que está dando comienzo a la vida pública del Señor).

Si Jonás con su obediencia a Dios y su predicación movió el corazón de los ninivitas, la Palabra de Dios encarnada ha de tener mayor fuerza y capacidad de conversión. El cristiano se sabe elegido por Dios, no para encerrarse en sí mismo, sino para compartir los privilegios propios de hijo de Dios y heredero de su gloria.

Si por medio de Jonás Dios aleccionó a su pueblo en el universalismo, la tolerancia, la apertura amorosa de los brazos divinos que acogen a todos en la casa del Padre, con Cristo la lección es ya Divina. La conversión impulsa a la misma actitud que Jonás “levántate” y a ponerse en camino.

  • Porque la representación de éste mundo se termina

Ante el reinado de Dios, instaurado por la actuación de Jesús - predicación, milagros, controversias, y de manera especialmente muerte y Resurrección-, las realidades humanas adquieren nuevo sentido: comprar-vender, llorar-reír, casarse o permanecer célibe, todo es diferente y con distinto valor.

Dicho con palabras de san Pablo: "la presentación de este mundo se termina", porque Dios hace nuevas todas las cosas en la realización cuasi-utopía de su Reino, donde pobres y tristes, enfermos y condenados, excluidos y ofendidos de la tierra son rescatados y acogidos; donde ricos y poderosos son llamados urgentemente a la conversión. La realidad ha cambiado y lo atrayente del mensaje implica, en el seguidor cristiano, no quedarse de brazos cruzados. Escuchar su llamada, seguirlo dejando todo y cambiando los útiles de trabajo como hicieron Simón, Andrés, Santiago y Juan, son síntomas positivos de que la conversión personal y la construcción de ese Reino van por buen camino.

Escribe el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana, de manera que la “misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene un destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia… Nada de lo humano le puede resultar extraño. La verdadera esperanza cristiana, que busca el Reino escatológico, siempre genera historia” (cfr. nº, 181).

El cristiano tiene la misión de, por su conversión a Cristo y seguimiento, misionar en el mundo construyendo el Reino de Dios.