Dom
19
Dic
2010

Homilía IV Domingo de Adviento

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros

Introducción

La celebración del año litúrgico nos quiere hacer vivir la vida de Jesús a lo largo del año. El Adviento es ese tiempo que nos quiere preparar para vivir y celebrar mejor el gran acontecimiento: la entrada de Dios humana en nuestra historia. No se trata de un simple recuerdo es algo mucho más profundo. Se trata de que esa realidad de Dios humanado sea una luz que nos ilumine y nos despierte de nuestro letargo en este caminar de cada día Es triste ver la falta de esperanza que nos rodea. Crisis económica, crisis de valores, crisis de familias, de relaciones entre padres e hijos, entre esposos y parejas.

Yo pienso en tantas familias que les falta lo más necesario para vivir. Pienso en tantos niños que se preguntan porque no tienen ellos algo de lo que a otros les sobra. Como seguidores del Dios humanado tenemos que procurar que lo que está de nuestra parte sea una pequeña luz y que intente procurar llevar un rayo de esperanza a tantos hermanos nuestros que la tienen muy apagada.

El Papa Benedicto XVI acaba su encíclica sobre la esperanza afirmando que Jesuscristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero añade que para llegar hasta él necesitamos también luces próximas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo. María es una de estas luces. Ella es una estrella de esperanza. Ella que con su aceptación abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo, porque en ella el Hijo de Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros y, como dice el Evangelio de San Juan, “acampó entre nosotros”.