Dom
10
Feb
2013

Homilía V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

Remad mar adentro, y echad las redes para pescar

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • La tierra está llena de tu gloria

En este lugar se manifiesta la presencia de la divinidad. El profeta habla de un trono, de un manto, pero sobre todo, de la gloria y santidad que todo lo inundan. Entonces, imaginar esta presencia arrebatadora nos permite fácilmente sentir desconcierto, mareo e incertidumbre. Las personas creyentes no estamos acostumbradas a estas visiones y podemos fácilmente sentir que estamos perdidos. Sin embargo, puede que también, al igual que Isaías, descubramos que la divinidad se hace presente en nuestra vida a pesar de nuestra pequeñez o precisamente a través de nuestra vulnerabilidad.

  • Acreciste el valor en mí

Siguiendo el modelo que proponen los textos, tras acercarnos a Dios, contemplar su presencia a nuestro alrededor y ver su gloria, algo se ha transformado. Imaginemos de nuevo alguna de las características de esta contemplación y que el salmo describe a través de los términos: misericordia, lealtad, promesa, escucha y valor. Sabemos que son cualidades que pertenecen al ámbito divino, pero fácilmente se deslizan hacia nosotros interrogándonos si son estas las características que también describen nuestras vidas comunitarias, eclesiales o sociales. De nuevo, los textos parecen prever nuestra reacciones de extrañeza o de desánimo y quieren tranquilizarnos. De este modo, el Salmo 137 nos indica que esta contemplación es un primer paso, un comienzo, que necesita continuamente ser plenificado y nos anuncia que su Sabiduría “completará sus favores conmigo”.

Parece entonces que la clave que recorre los textos de este domingo sea la “confianza” que actúa alejando temores y abriendo novedades. Pero esta actitud, básica para los seres humanos requiere, como siempre, del empuje de nuestra fe.

  • Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído

Tras la resurrección de Jesús nos ha sido anunciado el Evangelio. La carta primera a los Corintios dice que esa proclamación ha sido fundamento, y a la vez, aquello que nos ha salvado. Este anuncio nos advierte sobre los lugares, modos y formas en las que apoyar la vida. De nuevo aparece la confianza. Pablo escuchó que Cristo murió a causa de nuestra incapacidad para el Amor, que se apareció a sus discípulos y amigas, y que esta predicación no ha cesado de ofrecer sentido y salvación a todas las gentes. De ahí que la predicación, sea transmisora, generadora y posibilitadora de gracia. Pero, una vez más se insiste en que ha de ser una predicación aceptada para que pueda ser fundamento de nuestras vidas.

  • Remar mar adentro

El texto de Lucas nos presenta un nuevo escenario. Ahora se trata de un hombre al que algunos y algunas siguieron, y que sentado, enseñó desde una barca. A diferencia de Isaías no se muestra la gloria, sino que las personas, a través de su entendimiento, son las que a cada momento han de decidir en qué palabras o en quién depositar su confianza.
Jesús parece indicar el camino, apuntar posibilidades. No aparecen tronos, sino barcas que deben ser empujadas por brazos humanos. Ahora se presenta nuestra posibilidad para remar mar adentro. Es momento de recordar cuáles son las palabras que merecen nuestra credibilidad. De lanzar redes sobre las situaciones de debilidad, miedos, miserias o pecados. Y también es tiempo de bregar en otras direcciones que nos alejen de los conformismos, de la individualidad y nos permitan atisbar cambios revolucionarios a un sistema que mata las personas y los sueños.