Fray Luis de Granada y América

Luis de Granada (1504-1588) vivió en ese siglo XVI tan vinculado por diversos y múltiples motivos al Nuevo Mundo que se expandía cada vez más a los atónitos ojos de aquellos españoles, portugueses y europeos en general. Son muchos los aspectos de este ejemplar dominico vinculados con América y en estas breves líneas sólo esbozaré algunos de los que considero más significativos.

Lo primero que debe indicarse es su vocación misionera. En 1534 aparece inscrito en el registro de la Casa de Contratación (Sevilla), integrando la lista de misioneros que saldrían para Nueva España (México). Pero su Provincial no le permitió viajar para encomendarle la restauración de la vida dominicana en el Convento de Scala Coeli, en la sierra cordobesa.

En 1550, al doblar el meridiano o el cabo de la madurez, tuvo que ir a Lisboa (Portugal), donde fijó su residencia. Misionero en tierra, su espíritu estuvo abierto de par en par. Lisboa era otra de las ventanas que en la Península Ibérica se abría al Atlántico, y barra de la que zarpaban las naves que iban a las Indias, y en la que amarraban, cargadas de espe­cias, de fábulas y de noticias.

¡Cómo vive y cómo vibra el fray Luis misionero! ¡Con qué responsable gozo lee, como Provincial o simplemente como amigo y admirador, las cartas de los misioneros! ¡Con qué curiosidad se llega a las naos surtas en el estuario del Tajo, y dialoga con los marineros, que le cuentan maravillas de aquel lejano mundo! Fray Luis no se harta de oír, ni ellos quizás de contar noticias, unas curiosas, otras edificantes. ¡Con qué atención, él que andaba ya mal de la vista, aguza la mirada para verlos!

Y a estos hermanos suyos misioneros ayudó con su doctrina. La Introducción del símbolo de la fe (1583) y su Breve tratado en que se declara de la manera que se podrá proponer la doctrina de nuestra santa fe y religión cristiana a los nuevos fieles (1584), los redactó a petición de ellos y para responder a las inquietudes que le planteaban los desafíos que brotaban de su tarea evangelizadora.

Pero también se hizo presente en América a través del resto de sus escritos. La gran mayoría fueron copiosamente exportados a las Indias en sus múltiples ediciones, teniendo una poderosa influencia. Valga de ejemplo el caso de la dominica seglar Santa Rosa de Lima (1586-1617), cuya faceta mística es de un nivel similar a la de Catalina de Siena, Teresa de Jesús, etc.; entre sus directores espirituales estuvieron los mejores teólogos y maestros de espíritu de su ciudad natal. Pues bien, ella además de conocer las obras de Enrique Suso y por lo tanto de la importante escuela de espiritualidad cuyo fundador fue el también dominico Maestro Eckhart, leyó y recomendó muy vivamente las obras de fray Luis.

Igualmente, no deja de ser curiosa su influencia en la Nueva crónica i buen gobierno, obra escrita en 1615 por Felipe Guamán Poma de Ayala. En esta carta-libro dirigida a Felipe III, su autor se muestra interesado en todo lo que atañe a la clerecía, piadoso, admirador de las instituciones eclesiásticas, muy preocupado por la ortodoxia y "extirpador" de cuanta idolatría había en los Andes peruanos.

Por una parte se rastrea la presencia de Granada al seguirlo como modelo clásico de retórica eclesiástica para la presentación adecuada de los argumentos e inclusive de los contenidos. Por otra, relaciona algunos de sus postulados teológicos morales con el programa de reforma propuesto por el Obispo dominico Bartolomé de las Casas, este último también de tanta influencia en la carta-libro de Guamán Poma. Relación que para nada es desacertada si tenemos en cuenta los lazos de amistad y de cercanía ideológica que unieron al granadino con Bartolomé de Carranza y Juan de la Peña, y a través de ellos -o directamente también- con el Obispo Las Casas.

La vigencia de fray Luis en América se rastrea también –pero ésta es mucho más conocida– en relación con la enseñanza académica de la Retórica en la que desde la publicación de su “Retórica eclesiástica” fue un recurrente punto de referencia hasta casi nuestros días, como ocurría en Europa.

Fray Alfonso Esponera Cerdán, O.P.
Granada