Dom
8
Feb
2015

Homilía V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Sana los corazones

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Recuerdo que mi vida es un soplo

A pesar de todos los adelantos técnicos y logros de las capacidades humanas, la experiencia más inmediata que adquirimos es la de nuestra caducidad. Roza cuanto somos y vivimos. Esta experiencia no deberíamos valorarla de modo negativo sino al revés, constituye una primordial constatación de la realidad. El proceso que asume nuestra condición con sus posibilidades, que nos responsabilizan, y sus límites, que nos sitúan en una adecuada humildad, resulta la tarea más ardua que hemos de afrontar para llegar a ser lo que estamos llamados a ser. Tendemos a distanciarnos de lo real. A este desenfoque se siguen consecuencias concretas, errores frecuentes, elevadas cotas de insatisfacción. Job nombra la realidad como primer paso para superar la desesperanza.

  • Anunciándolo de balde

El anuncio a los hermanos de la confianza en el amor que nos habita, forma parte de la experiencia de sabernos amados por Dios. Forma parte de su misericordia brindada como regalo. Sentirnos acogidos como oportunidad maravillosa. La gratitud brota incontenible de la vivencia de la bondad de Dios vertida en la entraña profunda.
El anuncio nace de un imperativo interior, nunca de un estatus, de la seguridad prepotente o la competencia intelectual. La autoridad del testigo se fundamenta: en la conciencia de filiación, el descubrimiento de la vida en comunión, la alegría de la plenitud que crece dentro.

  • Se puso a orar

Galilea era la periferia en el Israel de Jesús. Después de las primeras resistencias a su mensaje, Jesús abandona el espacio cultual y reconduce su misión hacia las fronteras. Jesús va a la periferia desde su centro. Abandona la periferia de la superficialidad para acceder a lo esencial de sí mismo. La disponibilidad a la misión es proporcional a la intensidad de la oración, de la interioridad que adora. Los cristianos no somos un club que se reúne los domingos para recibir consignas. Somos un pueblo en camino que se sabe salvado y conducido desde dentro, hacia todos.
La experiencia orante es mensurable: si advierto hoy los mismos defectos y manías que hace veinte, diez o cinco años; persigo los mismos sueños, descanso en la inercia; avanzo en la rutina, me cierro a lo diferente o rehúyo el contraste y la crítica… Si éste es el color de mi paisaje interior, no oro de modo adecuado. Es imposible exponerse a la gracia y no nacer de nuevo.