Dom
6
Nov
2016

Homilía XXXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Para Dios todos están vivos

Introducción

Avanza el mes de noviembre, que comenzó con la fiesta de todos los santos, y continuó con la memoria agradecida de nuestros fieles difuntos. En muchos lugares y comunidades cristianas a este mes otoñal le da sentido el recuerdo de aquellos que ya se fueron de este mundo, así como la oración por ellos. Algunas imágenes de nuestra cultura actual son caricaturas tenebrosas de esta experiencia humana que nos desconcierta. En el horizonte se nos impone una reflexión mayor, más profunda: ¿Cuál es el final que nos espera? ¿Qué hay al cruzar el umbral de esta tierra? ¿Por qué, qué sentido tienen la muerte y la vida?

Después de tantos siglos de pensamiento filosófico o teológico, estas grandes cuestiones, y otras muchas, siguen en el aire. La muerte nos sitúa ante una realidad mayor, un más allá que nos desborda, y que nos pide una palabra a lo que vivimos –y cómo lo vivimos- en el presente.

La tradición cristiana tiene una respuesta desde la fe: “creemos en la resurrección de los muertos”. La liturgia de este domingo nos recuerda cómo el antiguo Israel fue dando pasos en su comprensión de esta realidad, y cómo Jesús la supera desde la madurez de su fe. Será su Palabra, pero sobre todo su propia Resurrección, la que nos ayude a nosotros a disfrutar de esta respuesta para seguir ofreciéndola al mundo.