Dom
21
Feb
2016

Homilía II Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Yo soy el Señor que te sacó de la tierra de los caldeos para darte esta tierra”

Según la primera lectura del Génesis, el Dios que gratuitamente irrumpe en la vida de Abrahán, no cae del cielo donde está instalado, sino que desde dentro sostiene e impulsa la historia, en orden a que los seres humanos sean libres: “Yo soy el Señor que te sacó de la tierra de los caldeos para darte esta tierra”. Y en ese compromiso de Dios por la liberación o plena humanización de los seres humanos, tiene sentido el símbolo de la Alianza.

Pero si a Dios nadie le ha visto directamente porque su realidad es inabarcable ¿cómo prestar confianza o creer en su promesas? Es aquí donde Abrahán es presentado como prototipo del verdadero creyente que sale de su propia tierra y es capaz de seguir esperando cuando ya no hay razones para esperar ¿Cómo soñar con una descendencia numerosa cuando se le pide que sacrifique sin más a Isaac su hijo único? Abrahán es figura de Jesucristo, según la Carta a los hebreos, “iniciador de la fe”

  • Hermanos míos queridos y añorados, manteneos así, en el Señor

En la misma línea va lo que san Pablo escribe a los cristianos de Filipo, una ciudad económicamente próspera donde se absolutiza la confianza en las riquezas y el prestigio social. El apóstol lamenta de que algunos cristianos se dejan contagiar por esa cultura consumista de rivalidad. Y recomienda insistentemente que “se mantengan firmes en el Señor Jesucristo” que se abrió totalmente a la presencia de Dios y fue testigo de su amor a todos no pretendiendo imponerse a nadie sino siendo servidor de todos hasta la muerte de Cruz. Así la conducta de Jesucristo es referencia segura para todos sus discípulos.

  • “Se llevó a Pedro, Juan y Santiago a un montaña”

El evangelio de la trasfiguración presenta la fe cristiana como encuentro con Jesucristo, revelación de Dios y camino para toda la humanidad. Jesús “se llevó a Pedro, Juan y Santiago –representantes de la comunidad cristiana- a un montaña”, lugar donde según la tradición bíblica Dios habla. Primero, como en el caso de Abrahán y en la misma encarnación. El Invisible irrumpe gratuitamente. Signo de su presencia e la luz “sus vestidos brillaban de blanco”, lo mismo que los vestidos resplandecientes de los ángeles en los relatos evangélicos sobre la resurrección de Jesús. La luz es signo de la vida cuya fuente es Dios. Y esta presencia del Invisible cuyo símbolo en la revelación bíblica es la nube - presente pero en la oscuridad- se ha manifestado en la historia del pueblo, con sus legisladores representados en Moisés y en los profetas que representa Elías. Esa historia de salvación culmina en Jesucristo.

Pero ¿cómo aceptar que Jesucristo, condenado a muerte por blasfemo y por rebelde político, puede ser el Hijo de Dios? Es lo que Pedro, Juan y Santiago –la comunidad cristiana – no entienden: prefieren quedarse en las alturas respirando aire puro, y no ir a Jerusalén donde amenazan los conflictos, el fracaso, la humillación y el sufrimiento. No comprenden que el verdadero Dios revelado en Jesucristo no es el todopoderoso que se impone por la fuerza, sino Abba” ternura infinita cuyo poder se manifiesta en la misericordia o amor comprometido en liberar a la humanidad de sus limitaciones y miserias. Sólo quienes bajan al campo de batalla y son testigos creíbles de ese amor comprometido son verdaderos seguidores de Jesucristo.

El comentario en la homilía puede centrarse en distintos aspectos:

1. La revelación de Dios en la historia bíblica que prepara la revelación de Jesucristo “Dios con nosotros”

2. La confesión cristiana en la divinidad de Jesucristo implica buscar el rostro de Dios en los rostros humanos

3. El tema de la fe cristiana como seguimiento de Jesucristo que por llevar a cabo en este mundo el reino de Dios o la fraternidad, elige no la lógica del poder que se impone por la fuerza, sino camino del amor que incluye también el sufrimiento.