Dom
20
Sep
2015

Homilía XXV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Quien quiera ser el primero, que sea… el servidor de todos

Introducción

Sobran palabras para entender lo que enseña Jesucristo. Otra cosa es que queramos aceptar lo que el Señor nos propone. El domingo pasado teníamos el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sazonado con la reprimenda a Pedro: ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! (Mc 8,33). Casi sin respirar, el Señor se dirige a todos, a la gente y a los discípulos, y les dice: Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo… (Mc 8,34), es decir, deje de lado su «yo».

El evangelio de hoy presenta el segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y lleva implícita una censura a los discípulos, interesados solo por saber quién de ellos era el más importante. El Señor trata de colocar las cosas en su sitio, siguiendo el mismo punto de vista mostrado anteriormente, distinguiendo entre el pensar a modo humano y a modo divino: humanamente, ambicionamos prevalecer sobre los demás, destacar, ocupar el primer puesto; la lógica que propone el Señor es totalmente diversa: para ocupar el primer puesto hay que ponerse al servicio de todos y pasar por ser el último de todos. Esto se entiende muy bien, pero nuestra pretensión humana es reacia a aceptarlo, porque implica el compromiso de hacer como Jesucristo, que “no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45).