Dom
18
Ago
2013

Homilía XX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

He venido a prender fuego en el mundo

Introducción

Jeremías, como profeta que es, comunica al pueblo la Palabra que Dios le inspira. Pero esta Palabra es una palabra incómoda y molesta. El pueblo, comenzando por el Rey y las autoridades, deberá convertirse de su mala vida y ser fiel a la Alianza que tiene con Dios. De lo contrario, debe atenerse a las consecuencias. En ese momento, la ciudad está sitiada por las fuerzas enemigas. Todos sus habitantes pueden ser deportados. Los príncipes dicen que esas palabras minan la moral de las tropas, y deciden acabar con él. El rey, que se llama Sedecías, les da permiso para que hagan con él lo que quieran, y deciden arrojarlo a un aljibe sin agua. Pero el aljibe tiene un sedimento de lodo bastante alto. Dejan al profeta enfangado hasta la cintura. Un eunuco etíope, que vive en palacio al servicio del Rey, avisa al Rey de lo que han hecho con Jeremías, y que si no se le saca pronto de allí, morirá. El rey entonces autoriza al etíope para que rescate a Jeremías valiéndose de algunos hombres.

El autor de la Carta a los hebreos escribe a los judíos animándoles para que se conviertan a la nueva fe. Una nube ingente de testigos nos rodea, dice él. O sea, que son muchísimos los judíos que se han convertido ya, y esto debe despejarles las dudas de la decisión definitiva. Les invita a quitarse lo que les estorba, que no es otra cosa que la observancia de la ley, y a que se arrepientan de sus pecados para entrar en el camino de la salvación, que es Cristo. De nada les serviría dejar de observar la ley si no se convirtieran de sus pecados. Pero les anuncia también la Cruz para que no se llamen a engaño. Porque la conversión abrirá las puertas a la difamación y a la calumnia. El ejemplo de Cristo, que soportó la ignominia de los pecadores, es el espejo en el que se tienen que mirar. Todavía no han llegado a la sangre en su lucha contra el pecado.

Las palabras de Jesús en el Evangelio son tan claras a veces que se entienden sin esfuerzo, y hasta se podría decir que todo comentario es innecesario. Otras veces, sin embargo, son tan oscuras que necesitan alguna aclaración. Este Evangelio pertenece a las segundas. Será necesario aclarar a qué fuego se refiere Jesús cuando dice que ha venido a traer fuego a la tierra, cual es el bautismo que tiene que recibir, y qué sentido tienen aquí las palabras paz y guerra cuando dice que no ha venido a traer la paz, sino la guerra.