Dom
17
May
2015

Homilía VII Domingo de Pascua

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Seréis mis testigos

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Conviene no separar el sentido de la cincuentena pascual y puesto que el domingo de Pascua el evangelio de Juan nos sitúa en el comienzo del acontecimiento y se cierra la celebración pascual con el texto de la efusión del Espíritu al anochecer del primer día de la semana, con lo cual la unidad del mismo se pone de relieve.

  • Seréis mis testigos

Lucas nos señala algo muy importante en el diálogo que se establece una vez que comían juntos. Ellos preguntan por la realización del Reino y Jesús les plantea el reto de ser sus testigos. Lo esencial es ser testigo de lo que ha ocurrido a partir de la Resurrección. Llamados a ser testigos del Resucitado. ¿En dónde? No hay limitación de espacio y tiempo: en toda circunstancia; en todos los ambientes; en todas las relaciones que se puedan entablar, la condición de testigo es fundamental. No se trata de hablar de lo que oí, de lo que me han contado, sino de lo que he experimentado. No es fruto de una especulación, sino de lo que ha ocurrido en mí porque El, Jesús resucitado, lo ha hecho posible. Algo absolutamente nuevo que se va descubriendo progresivamente, adquiriendo certeza interior y que tiene sus consecuencias en todos los ambientes en que el bautizado se desenvuelve.

  • Una sabiduría que viene de arriba

Pablo experimenta la novedad de la salvación. Le desborda, va más allá de lo que, como judío esperaba, está absolutamente sorprendido. Por eso sólo puede dar gracias al Padre y suplicar. El contenido de esa súplica está en función de la percepción y la comprensión del Misterio Pascual. Necesitamos la luz de lo alto y la sabiduría que viene de arriba para poner nuestra confianza, sin fisuras, en el señorío de Jesús como Mesías. No se trata sólo de percibir este señorío, sino de darnos cuenta que somos incorporados a Jesús, el cual es nuestra Cabeza y la Iglesia-nosotros, su Cuerpo. Esta unidad deviene del Misterio de la Pascua y naturalmente, conforme nos dice Juan en su Evangelio, iremos progresando en el conocimiento de esta realidad temporalmente hasta llegar a la plenitud al final de nuestra existencia temporal.

  • Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

El relato de Marcos, con la sencillez que le caracteriza, vincula la ascensión a una aparición del Resucitado de la cual se desprende la misión: id al mundo entero y proclamad el Evangelio. La misión, que como en el caso del evangelio de Juan, ocurre en una aparición, tiene como finalidad la continuación de la obra de Jesús: reconciliar, unir, restablecer la comunión entre todos mediante la invitación a acoger el Evangelio. La fe es la respuesta que se verá confirmada por medio de las señales que realizan.

La descripción de las obras que llevarán a cabo, deberán estar relacionadas con la actividad realizada por el mismo Jesús, con lo que se resalta que la actividad del discípulo no es separable de la de Jesús. No sólo hay sintonía, sino que son las mismas obras. Y cuando esto ocurre se verán confirmadas con signos. No son sólo palabras, sino una vida que refleja la del mismo Jesús.

La presencia temporal de Jesús con sus discípulos concluyó con su muerte. Ahora resucitado está presente de un modo nuevo que tendrá que ser descubierto por cada discípulo y a partir de ahí, asumir responsablemente la misión de comunicar con alegría que es verdad que el Señor ha resucitado y hace posible la comunión entre los hermanos y el crecimiento hasta la plenitud de la vida que se manifestará al final de nuestra existencia temporal.