Vie
1
Ene
2016

Homilía Santa María, Madre de Dios

María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Vivimos tiempos complicados. Todo anda revuelto; se exigen cambios y no se puede aplazar por más tiempo el llevarlos a cabo. La Comunidad cristiana no puede permanecer impasible, ajena a estas urgencias. Suele decirse: año nuevo, vida nueva y sin embargo, todo sigue igual.

La Palabra del Señor que se proclama en esta celebración tiene tres puntos claves:

  • Dios bendice y protege

La fórmula de bendición, que no se reduce a un asunto ritual, sino que desciende para tocar lo íntimo de cada persona: Dios bendice y protege y esto ocurre iluminando la existencia humana al ser mirado por la ternura del rostro de Dios. Esa mirada llena de misericordia favorece, gratuitamente y procura que cada persona se sienta elegida, amada, reconocida y enviada. Lleva la experiencia de la Paz en lo más íntimo de su ser. Cada bautizado ha de ser para el mundo signo de la bendición de Dios, portador de dicha bendición y alzar su voz y manifestar su compromiso en favor de la Paz.

La oración sálmica de este día pretende grabar en lo más íntimo del ser este deseo de todo ser humano: que Dios tenga piedad y nos bendiga. Esa bendición de Dios cuya descripción recoge el libro de los Números, se convierte en plegaria para que se haga efectiva en las relaciones interpersonales; ente las familias y las naciones. Que todo el mundo goce de esta Paz.

  • Tiempo de plenitud

Y este tiempo de plenitud del que habla Pablo, verdadero tiempo de salvación tiene a dos personas como signos relevantes y realizadores de la definitiva y eterna voluntad salvífica del Padre: el Hijo, enviado en la plenitud de los tiempos y María, la mujer de la cual nace con una misión concreta: rescatar a los que estaban bajo la Ley, para llevarnos a vivir la gozosa experiencia de la filiación y la fraternidad. Tiempo esperado por los Padres, anunciado por los Profetas, acogido por los pobres. Los sencillos, los pequeños, entienden este lenguaje y se gozan compartiendo lo que gratuitamente deja en cada uno.

  • María escucha , guarda y medita en silencio

El pasaje del Evangelio de esta celebración tiene toda la riqueza temática que San Lucas quiere resaltar: son los pobres los que primero escuchan, corren y cuentan lo comunicado. Son los que dan crédito porque viven esperando que les ayuden, les tengan en cuenta, les regalen lo que más precisan: ser tenidos en cuenta. Y eso es lo que cuentan. Les han tenido en cuenta. A ellos se les comunica el nacimiento del Mesías, el Señor. Reconocen la buena noticia y sienten el impulso interior que les hace correr y contar.

La Madre del Señor, escucha en silencio. Ella sabe lo que significa escuchar, callar, acoger y correr también para ayudar a otros, compartiendo la alegría de experimentar la obra del Señor. Oye a los pastores y silenciosamente piensa cómo Dios salva; Dios bendice; Dios reconcilia y transforma el corazón de cada uno.

Termina el evangelista relatando la circuncisión y la imposición del nombre: le llamaron Jesús, como el ángel lo había señalado al tiempo de la anunciación. El que Salva a sus hermanos. Por eso cada bautizado, como María, deberá recocer estas presencias y palabras del Señor que siguen trayendo a todos los pueblos la posibilidad de experimentar novedades impensables.