Mié
28
Dic
2011

Evangelio del día

Llamé a mi Hijo para que saliera de Egipto

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 – 2, 2

Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.
Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo de hoy

Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 R/. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió,
y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-18

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;
es Raquel que llora por sus hijos
y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

Reflexión del Evangelio de hoy

En este miércoles 28 de diciembre celebramos la fiesta de los Santos Mártires inocentes. Es una fiesta de una larguísima y antiquísima tradición dentro de la Iglesia. Tiene su origen, precisamente, en lo que nos narra Mateo hoy en el pasaje evangélico; Herodes, tras averiguar que había nacido en aquellos tiempo Uno que se convertiría en Rey, mandó ejecutar todos los niños menores de 2 años, en toda la región, para así estar seguro que “el supuesto Rey” moriría. A José, mientras dormía, se le apareció el mensajero del Señor y le anunció los planes de Herodes: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó tomó a su mujer y al niño y se fue a Egipto hasta que murió Herodes

Mateo nos quiere poner en relación este hecho, al inicio de la vida de Jesús, con la historia del pueblo de Israel en Egipto, según nos cuenta el libro del Génesis. Esta historia tiene un personaje clave, José el hijo de Jacob, el cual fue vendido como esclavo por sus hermanos. Ahora José, el esposo de María, debe ir a Egipto (como fue José, le hijo de Jacob) para que los planes de Dios se cumplan: “Llamé a mi Hijo para que saliera de Egipto” Jesús saldrá de Egipto hacia la Tierra Prometida, tierra donde nació pero que tuvo que abandonar por las ansias de poder de Herodes. ¿Hasta donde nos pueden llevar nuestras ansias de poder o reconocimiento?

En la primera lectura de la primera carta de San Juan, se desarrolla una idea bien bella: la santidad viene por medio de la aceptación de nuestro pecado. Es decir, si aceptamos nuestras limitaciones, debilidades, pecados… seremos más conscientes de aquello que no va bien en nuestra vida y que tenemos que aceptar para poder cambiar. Si aceptamos nuestra limitación, estamos aceptando al mismo tiempo que Jesús es el Único que puede cambiar nuestra vida. ¿Somos capaces de reconocer nuestras debilidades como puntos donde Dios nos habla a nuestra propia vida?