Jue
21
Ene
2010
Tú eres el Hijo de Dios.

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 18, 6-9; 19, 1-7

En aquellos días, cuando David volvía de haber matado al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando con tambores, gritos de alborozo y címbalos.

Las mujeres cantaban y repetían al bailar:
«Saúl mató a mil,
David a diez mil».

A Saúl lo enojó mucho aquella copla, y le pareció mal, pues pensaba:
«Han asignado diez mil a David, y mil a mí. No le falta más que la realeza».
Desde aquel día Saúl vio con malos ojos a David.

Saúl manifestó a su hijo Jonatán y de sus servidores la intención de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David. Y le advirtió:
«Mi padre busca el modo de matarte. Mañana toma precauciones, quédate en lugar secreto y permanece allí oculto. Yo saldré y me colocaré al lado de mi padre en el campo donde te encuentres. Le hablaré de ti, veré lo que hay y te lo comunicaré».

Jonatán habló bien de David a su padre Saúl. Le dijo:
«No haga daño el rey a su siervo David, pues él no te ha hecho mal alguno, y su conducta ha sido muy favorable hacia ti. Expuso su vida, mató al filisteo y el Señor le concedió una gran victoria a todo Israel. Entonces te alegraste al verlo. ¿Por qué hacerte culpable de sangre inocente, matando a David sin motivo?».

Saúl escuchó lo que le decía Jonatán, y juró:
«Por vida del Señor, no morirá».
Jonatán llamó a David y le contó toda aquella conversación. Le trajo junto a Saúl y siguió a su servicio como antes.

Salmo de hoy

Salmo 55, 2-3. 9-10ab. 10c-11. 12-13 R/. En Dios confío y no temo

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa, oh Altísimo. R/.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío,
mis fatigas en tu libro.
Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco. R/.

Así sabré que eres mi Dios.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo. R/.

En Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.

Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.

Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».

Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Diez mil a David, a mi mil”

    Desde los orígenes de la humanidad, vemos la sutileza del pecado de envidia. Tendemos siempre a compara. Caín, con malos ojos, “ve” que Dios recibe  con mayor agrado el sacrificio de Abel; Saul, no soporta que David sea más apreciado que él. Podemos preguntarnos ¿Nosotros aceptamos que otros sean mejor valorados?,¿que destaquen más?, o, por el contrario,¿ nos alegramos con la amistad sencilla del que, tal vez, puede ser nuestro rival?.En esta misma lectura tenemos el ejemplo: Jonatán, Hijo de Saul, era el suceder  del trono a su padre; su mayor rival para alcanzarlo era David. Saul, lo sabe y quiere matar a David. Jonatán,  que ama  entrañablemente  a David, intenta salvarlo e intercede ante su padre:¿Qué mal te ha hecho?, él te ha ayudado en la guerra contra los filisteos y tu quieres aniquilarlo. Hermosa lección que nos enseña   el valor de la  amistad.
En la presencia de Dios ¿Dónde situamos nuestra amistad, en la entrega o nos dejamos llevar por la envidia?

  •   “Tu eres el Hijo de Dios”

En el evangelio de ayer, los fariseos se juntaron con los herodianos para ver cómo podían acabar con Jesús, no soportaban el bien que hacía. Hoy nos dice: Que La gente sencilla lo buscaba y lo seguía , los que sufrían se acercaban a él para que les curase. Y los espíritus malignos se postran ante él proclamando:”Tu eres el Hijo de Dios”.

    Cuando Jesús habla de la cercanía del Reino, afirma que es de los que sufren y de los pobres, son los sencillos los que verdaderamente acogen la Palabra y siguen a Jesús. En Israel, la enfermedad era considerada como un castigo de Dios, los aleja de la sociedad porque son los “excluidos de Dios”; en Jesús encuentran la acogida de Dios. Por eso los espíritus malignos le reconocen como Hijo de Dios, sólo Dios puede curar,  Jesús cura y quiere mantener en secreto su divinidad por eso los manda callar   El pueblo veía a Jesús como un profeta que cura en nombre de Dios. Los milagros de Jesús forman parte de la proclamación del Reino, es su manera de anunciar  el Amor de Dios para todos. ¿Lo anunciamos nosotros con nuestra cercanía al que sufre?