Mar
10
Mar
2009

Evangelio del día

Segunda Semana de Cuaresma

Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen.

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 1, 10. 16-20

Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:

«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscadla justicia, socorred al oprimid, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos - dice el Señor -.

Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana.

Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada - ha hablado la boca del Señor -».

Salmo de hoy

Salmo 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Aprended a obrar bien.”

Las dos lecturas bíblicas de hoy tratan sobre la hipocresía religiosa.

La Palabra del Señor será ahora el fuego purificado que convierta los corazones a la sinceridad con Dios y a la liberación de los oprimidos.

Dios invita a su pueblo a la reconciliación- y está dispuesto a retirar sus acusaciones supuesto que ellos reconozcan sus faltas para con El , y a concederles el perdón total, por grandes que hayan sido sus faltas.

La reconciliación obraría el milagro de borrarles todas sus manchas y dejarlos limpios ante la faz del Señor.

El culto se debe traducir en conversión personal y comunitaria, una vida dedicada al Señor y a los hermanos, viene a decir el profeta.

Es el corazón el que debe convertirse, porque de el procede la conducta; tanto en la moral privada como en las relaciones sociales .

Al lado de esta oferta de perdón les pone también la alternativa contraria “seréis devorados por la espada”.

  • “No hacen lo que dicen”.

Jesús acusa directamente a los fariseos como guías del pueblo judío.

Hay falta de unidad entre la enseñanza y las obras.

Se parecen a los traficantes de mercancías que cargan pesadas cargas a las acémilas y camellos, pero ellos no hacen nada para ayudar a llevar la carga.

Y también les reprocha el que no hacen las cosas por Dios, sino por ostentación: Cuando dan limosna, lo publican. Les gusta orar erguidos en las sinagogas y en las plazas para exhibirse ante la gente. Y cuando ayunan ponen cara de circunstancia.

Esta contrafigura tiene que servirnos a los cristianos de todos los tiempos como  saludable advertencia. Porque la hipocresía religiosa no fue monopolio de los fariseos. Todo creyente es candidato a este divorcio entre fe y vida , que se puede manifestar de diversas maneras:

El orgullo de quien se cree bueno y desprecia a los demás porque fallan.

El contentarse con la observancia de las leyes, olvidando la conversión del corazón.

El defender apasionadamente ideas sobre cuestiones morales, religiosas, etc. y olvidando en la vida práctica el amor al prójimo. Etc.

El pasaje evangélico que hemos proclamado hoy es todo él, un examen de conciencia, que nos puede ayudar a liberar nuestro corazón de todo aquello que nos aparta de Dios.  Y a esperar la Pascua del Señor con “el corazón bien dispuesto.”

  • “Haced y cumplid lo que os digan, pero...”

Pero Jesús no desautoriza a los fariseos ante el pueblo.

A menudo, los cristianos nos escandalizamos con facilidad, cuando oímos de tal o cual sacerdote, o de tal o cual religioso o religiosa, o de “cristianos practicantes”; cosas poco edificantes, cuando no, verdaderos escándalos.

Desde luego, son muy tristes este tipo noticias. Y hay cosas que nunca deberían ocurrir y no tienen justificación posible. Pero de ahí,  a que nuestra fe se tambalee...

Olvidamos que los pastores del pueblo de Dios, sean sacerdotes, obispos o el mismo Santo Padre, no son más que vicarios del Pastor y Maestro que es Cristo. Y el Señor nunca nos falla.

Nuestra fe no depende de los hombres, sino de Dios y de su Palabra, que es verdad perenne.

  • “El primero entre vosotros...”

Y para finalizar, Jesús nos da dos instrucciones, que para la mentalidad de nuestro mundo contemporáneo es un sin sentido:

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Dos actitudes que el Señor vivió intensamente.

Tal vez, el mejor servicio que podemos hacer a nuestros hermanos, los hombres y mujeres de este principio del siglo XXI. Es con la gracia de Dios, procurar con todo nuestro ser, vivir las enseñanzas del Maestro.