"LA HOJITA" septiembre - 2.014

En el N. 74 que corresponde al mes de Septiembre de 2014 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

 

“SEÑOR: ¡NO NOS DEJES PERDER EL CAMINO!"

 

 

Saben sobradamente los expertos montañeros, que si quieren llegar a la cumbre de la montaña en las mejores condiciones, deben seguir siempre el camino más seguro, aunque haya momentos que nos exija un mayor esfuerzo; de lo contrario el ascenso, a la larga se hará más trabajoso, expuesto en algunas ocasiones a serios peligros, incluso a perder sus vidas.

Se ha definido la vida humana acertadamente, como una breve peregrinación o esforzada escalada, hacia una hermosa cumbre, donde encontraremos el merecido descanso para los esfuerzos realizados en las distintas etapas de nuestra existencia.  Ha habido mujeres y hombres, -que solemos llamar santas y santos-, pioneros en esta apasionante escalada, que nos han dejado señales o mojones por donde podemos caminar con paz, sosiego, para alcanzar la cumbre de nuestra plenitud humana, y los inmensos horizontes de nuestros anhelos más profundos .

Pero junto a estos seres, -expertos en el misterioso caminar de nuestras vidas-, hay también voces engañosas, que nos distraen, desviando nuestros pasos hacia caminos aparentemente más cómodos y fáciles, ofreciendo atajos de felicidad inmediata, efímera..., que son falsos oropeles que nos conducen a horizontes oscuros y perdidos. Como tales pudiéramos señalar brevemente: la idolatría del dinero, el placer ilimitado y sin control, la mentira y el engaño para alcanzar el poder y la fama, el ocio convertido en un manipulado negocio... Consecuencia de estos falsos atajos de la vida, son fenómenos que hoy dañan a nuestra sociedad gravemente: la corrupción, la discriminación cada vez más profunda entre ricos y pobres, la droga, la violencia...

En este Santuario, somos testigos de las buenas personas que van firmes y gozosas, peregrinando con un corazón saneado y un espíritu grande que tiene puesta su mirada en las cumbres limpias de la vida. Es la herencia sagrada de sus antepasados, donde la conciencia de una ética religiosa se centraba en respetar a Dios, al prójimo y a sí mismos. Para estas buenas personas: la humildad y la confianza en Nuestra Señora, es la luz que ilumina su camino para conocer el verdadero sentido de la vida.