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En tu nombre velé por ellos y ninguno se me perdió

2 de junio de 2015

Ordenaciones de fr. Juan Franco (sacerdote) y fr. Carlos Sinbajo (diácono), del Vicariato de la Provincia del Rosario en España, y fr. Ángel L. Fariña (diácono) de la Provincia Bética, a manos de Monseñor Fr. Juan José Larrañeta O.P.

El marco elegido para la celebración fue la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario de Filipinas en el Barrio de Salamanca en Madrid, que se llenó de gente para acompañar a los ordenandos.

Presidía la celebración Monseñor Fr. Juan José Larrañeta, obispo dimisionario de Puerto Maldonado, acompañado de fr. Pedro Juan Alonso, Vicario del Vicariato del Rosario en España, fr. Miguel de Burgos, Provincial de Bética,  y fr. Javier Carballo, Provincial de España, junto con un buen número de concelebrantes y ante la presencia de miembros de Familia Dominicana, y las familias y amigos de los tres ordenandos.

Fr. Juan José, en una apasionada homilía, recordó a fr. Juan cuales son las tareas principales del sacerdote: “es un ministerio para presidir la Eucaristía, así que las Eucaristías que celebres, que no sean muertas sino vivas; es un ministerio para la reconciliación y la misericordia, así que sé compasivo con quienes, humildemente, se acercan a recibir el perdón de sus pecados; es un ministerio para predicar la Palabra, así que ama la Palabra de Dios y prepara y cuida las palabras que dirijas a los fieles”. Y a los diáconos les recordó que el diaconado es un ministerio de servicio, cuya principal misión es atender a los más frágiles y ayudar a los sacerdotes y Obispos en la predicación de la Palabra, tal y como se les encomendó a los primeros diáconos que centraron su misión en el cuidado de los pobres y las viudas. A los tres les animó a que confiaran en el Espíritu Santo: “no dudéis que funciona, que mueve, que motiva que ilusiona y se nota siempre presente en la vida de los hermanos”.

El Obispo se dirigió también a los familiares, a quienes agradeció su gesto hermoso de desprendimiento y generosidad al ofrecer a sus hijos en favor del Señor, y “les debemos mucho”.

Finalizó su homilía citando las palabras de la liturgia de la ordenación: “Cree lo que enseñas, enseña lo que crees y practica lo que enseñas”. En definitiva: “sed coherentes, sed coherentes”.

Al final de la celebración fr. Juan dio las gracias a su madre y a su familia, a quienes han fallecido pero y a todos los frailes santos que, como “cruz de guía” le abrieron camino en su proceso vocacional. Agradeció igualmente a Dios y la Virgen quien le ha acompañado y animado en todo este tiempo “como una madre que da la mano a un niño chico”. Manifestó su compromiso para vivir “como un sacerdote santo desde el primer instante, al servicio del pueblo de Dios”. Por eso ha elegido como lema para su ordenación, las palabras de San Juan: “En tu nombre velé por ellos y ninguno se me perdió”. Finalizó su agradecimiento pidiendo al Señor que le dé fuerzas todos los días para “ver siempre en mis manos sus manos, y si algún día estas manos, por su gracia, han de estar llagadas, bendito sea Dios”.

La celebración terminaba con el canto del Himno de la Virgen del Rosario para pasar a continuación, a participar de un ágape donde se pudo felicitar a los recién ordenados.