ESTA PEQUEÑA ERMITA

Quien acapara nuestra atención en esta hora es la ermita, es este campo, son nuestras raíces. Es la dimensión espiritual de nuestra vida.

Quizás demasiadas veces nos atraen otras cosas, otros programas, otros proyectos. Pero contemplar la vida sin el horizonte que se despierta aquí, me da la impresión que sería pasar por alto algo muy importante y sobresaliente.

Me siento muy contento de no olvidar la presencia, la fe, la amistad, el amor que mana y brota de estos encuentros. Otra cosa se puede sustituir pero esto que se encuentra en la fiesta familiar no admite recambios ni sustituciones. Esta reunión no tiene suplencias. Es algo que no se puede reemplazar o canjear por nada. Otra cosa sería como un sucedáneo. Y aquí en la ermita, el protagonista es el amor, es la amistad, la acogida mutua. Yo de verdad apuesto por esta reunión y estoy por siempre a favor de la fiesta familiar.

Esta pequeña ermita, este pequeño campo, esta pequeña explanada es como el espejo de nuestra alma. Como que es aquí donde nos podemos reconocer, donde nos vemos, nos miramos y nos damos cuenta de lo que somos.

Todo se vuelve familiar en la más pequeña ojeada, como si fuera el paisaje que vemos día tras día desde hace años y en plena transparencia. Este es un lugar que me fascina y enamora. Es el marco donde todo se vuelve calma y remanso, donde hay lugar y espacio para cada uno, sin artificio, sin fingimiento y sin engaño. Es mi tierra, la de cada uno de los que aquí estamos, la de todos. Algo que deseo que nunca se borre de la memoria.

Este entorno despierta cariño y afecto. Y nunca saldré de este contorno, nunca me olvidaré, nunca me iré de aquí. Vaya donde vaya me acompaña el sosiego y el espíritu de esta zona, de esta ermita mirando siempre al cielo.

Esta tierra, su serenidad y su armonía van en nuestro corazón y nos acompañan sin cesar. Y por eso entrar aquí es como entrar en una luz y en una paz sin fin, en una confianza en la vida. Y ninguna amenaza, ninguna sombra podrá arrebatarnos esta delicia, este equilibrio y esta aurora.

Doy gracias por poder estar aquí con vosotros y bendigo esta hora que nos acoge y abraza.

Esta es una celebración que me gusta. Porque no celebramos nada fuera de nosotros. No celebramos un episodio lejano, un suceso desconocido y de siglos atrás. No celebramos un aniversario. No. Nada de eso. Festejamos lo nuestro, el estar juntos, el vernos, el escucharnos, lo que nos pertenece, lo que es de cada uno, lo que es de todos.

Invitamos a nuestra alma, a nuestras emociones, a nuestra esperanza. Todo nuestro ser acude a un encuentro así. Y al observar esta pequeña meseta y explanada de la ermita, los rastrojos, los sembrados, los campos, las briznas veraniegas, uno se siente como en su hogar. La fragancia de esta reunión, de este lugar, os reconozco y os aseguro que me llena de alegría. Estoy enamorado de este lugar y de esta fiesta.

Los saludos, los abrazos no los voy a olvidar. El gozo de estar juntos es señal de salud y de felicidad y me dan ganas de quedarme aquí todos los días, toda la vida pues aquí poseo todo lo que puedo desear ahora. No quiero conocer otro amor que este amor, otra amistad que esta amistad, otro cielo que este, el estar aquí en la ermita con Dios y con vosotros.