ESCUELA DEL SILENCIO

P. José F. MORATIEL

www.dominicos.org/manresa/silencio

POR EL SILENCIO AL ENCUENTRO CONSIGO,

 A LA PAZ, A LA PLENITUD


Quizás te preguntes que es lo que vas a encontrar en el silencio. En el silencio te vas a encontrar a ti mismo, casi se podría decir que el silencio eres tú mismo.

Cuenta Cervantes que... en la novela, que un día llegó el caballero a la Venta y cuando salió la ama y saludó al caballero, éste le preguntó:

- ¿y qué hay para comer? -

y la ventera, con todo el salero, le dijo:

- Lo que traiga mi Señor-.

¿Qué es lo que hay en el silencio?

En el silencio hay... lo que hay en tu corazón. En el silencio hay lo que hay en tu vida, no hay otra cosa.

Quizás te sorprenda... al iniciar... este camino, que de repente cuando trabajas y buscas descansar, atender en el silencio, aparecen mil informaciones que van contigo y que pensabas estaban olvidadas o pensabas no te herían, ni te afectaban y de repente aparecen recuerdos, aparecen situaciones, aparecen muchos pensamientos. Todo eso no es extraño a ti, todo eso va contigo y todo eso está bien que aparezca, porque eso es lo que has de vivir, eso es lo que has de asimilar.

En la vida hay muchas cosas que no hemos vivido bien, en la vida hay muchas cosas que hemos querido... olvidar y en cuanto hacemos silencio las cosas se nos presentan como pidiéndonos cuenta, las cosas se nos presentan como diciendo: "aquí estamos, a ver que haces con nosotras".

Son recuerdos a veces dolorosos, son episodios que no hemos admitido, son episodios ante los cuales nos hemos resistido a coger y nuevamente se nos hacen presentes en la primera oportunidad. Su oportunidad es el silencio, porque otras veces no les dejamos aparecer, el silencio es un momento en el que no existen grandes estímulos, mejor dicho no existen los estímulos, de alguna manera en el silencio se neutralizan los estímulos y por eso también se neutralizan, se anulan, nuestras respuestas, y es por eso que en el silencio aparece lo que va... como... dormido, como... aletargado en nosotros. En la vida nos distraemos, nos escapamos detrás de esos estímulos, mejor detrás de nuestras respuestas a los estímulos, pero en el silencio no hay escapatoria, en el silencio uno no puede marcharse, en el silencio todo se nos hace presente, todo está ahí. Y se nos hace presente para que lo vivamos, para que lo aceptemos, para que nos hagamos cargo de ello.

Por eso si en estas horas, en estos momentos en los que una situación de amargura, de desazón, de azoramiento se nos hace presente y lo tenemos, podemos levantarnos y buscar distraernos. Frecuentemente los hombres hacemos esto, cuando hay una preocupación decimos pues: "vamos a distraernos, vamos a dar un paseo, nos vamos a tomar un café"; pero aquel problema no queda resuelto, aquel problema queda orillado, queda como aparcado y en la primera oportunidad, otra vez, se nos hace presente. Te sientas, haces silencio y si no haces esta práctica, pues vas a acostarte o estás esperando el autobús, estás un momento silencioso y posiblemente otra vez, te vuelve, y te vuelve a reclamar que le atiendas.

El silencio, por eso, es profundamente curativo, es profundamente pacificador, porque esas situaciones sin resolver, esas situaciones, que van como alojadas, que van como... metidas en nuestra propia historia y en nuestra propia vida, se nos hacen presentes con el afán de que nosotros las vivamos, de que nosotros las aceptemos, de que nosotros nos hagamos cargo de ellas. Por eso no es justo, no es solución el escapar del silencio. Uno no puede escapar de si mismo, y está bien eso, está bien que sea así. Por eso, cuando llegue la hora del silencio, cuando llegue la hora en la que alguna situación de tu vida se te haga presente, busca el vivirla, busca el asimilarla, busca el aceptarla, todo se supera cuando se acepta, todo se supera cuando en el silencio se mira, se ve, se digiere y se pacifica. El silencio así nos salva, en el silencio se redime todo, en el silencio se cura todo, en el silencio nace todo. Deja en el silencio que todo se asiente, deja en el silencio que todo se vaya posando.

Cuando hace mal tiempo, cuando el tiempo está revuelto, cuando hay tormenta, miramos al cielo y decimos: “pues, no acaba de asentar” cuando el tiempo asienta, la atmósfera está limpia, el cielo está despejado, y como que todo se llena de vida.

Cuando una mujer está en estado y va al médico y el ginecólogo le dice: “pues ya se ha asentado” la mujer escucha eso con profunda alegría, se queda tan a gusto, porque todo se ha asentado.

Cuando un adolescente, está agitado, está lleno de alteración, pasa el tiempo y la gente dice: “parece que ha sentado la cabeza” y como que se le ve... lleno de equilibrio, lleno de mayor serenidad, lleno de vida.

El silencio es para que todo se asiente, para que las cosas que están... fuera de su lugar, se vayan encajando. Cuando todo se asienta todo se vuelve equilibrio, cuando todo se asienta todo se vuelve serenidad.

Ya ves lo que pasa con un vaso de agua revuelta, coges un vaso de agua revuelta le dejas un rato y se va posando y se va volviendo trasparente, se va volviendo limpia.

En el silencio, verás como también todo lo que en un momento de agitación... se nos presenta, irás comprobando como se va asentando, como todo se vuelve transparente.

Después de una tormenta, después de una lluvia aparecen las montañas en el horizonte y nacen miles de fuentes. Cuando en el silencio toda esa agitación, toda esa turbación se va posando, se va asentando, verás como aparece un paisaje interior lleno de armonía, lleno de esperanza, lleno de silencio, pero también en ese lleno, en esa llanura de silencio existe una llanura de paz, y aparecen las fuentes, aparece el manantial que está en lo hondo de tu corazón, la atmósfera queda limpia cuando llueve y el horizonte parece más despejado.

Tras del silencio, tu corazón también estará más despejado, tras el silencio tu corazón también será un manantial, tras el silencio recobrarás la vida, recobrarás la plenitud de tu ser. En el silencio vas a aprender también una cosa que puede ser de mucho interés para ti. El hombre suele vivir... vivimos los hombres cargados de dependencias, del mundo, del cosmos, de la creación, de los otros... en el silencio vas a aprender que sobretodo dependes de ese soplo. En el silencio vas a aprender que en ti hay cuanto necesitas, que no careces de nada, que no tienes que buscar nada lejos de ti, que no tienes por que buscar nada que esté fuera de ti. En el silencio se te revela que todo está en tu corazón, que todo está ahí, al otro lado de tu piel, muy cerca de ti.

Siempre que buscamos algo fuera de nosotros, nos alejamos, nos distanciamos y nos separamos de esa presencia, que en el fondo nos basta para vivir, que es lo primero, que es lo más imprescindible, que es ese soplo de la vida. Si deseas algo que está más lejos, puedes distanciarte del soplo, de la vida, de la presencia, de lo que te inunda, de lo que te llena, de lo que te abastece.

Si te separas de ti entonces te destruyes, si te separas de ti, entonces creas una división, en el silencio todo se puede reintegrar, todo se puede unificar, en el silencio todo se puede armonizar, en el silencio vas a aprender que no te recibes de nadie, ni de las opiniones de los otros, ni del reconocimiento de los otros incluso... casi, casi... iba a decir que no te recibes del amor de los otros. Es posible que te suene a una exageración, pero atiende a tu vida, atiende en el silencio a este soplo y verás que te recibes, que sobretodo te recibes de él, no de lo que los demás piensen, de lo que los demás hablen, de lo que los demás valoren, sino que te recibes de ese soplo, de esa presencia, de ese viento, de ese Dios.

En el silencio aprendes que te recibes de ti mismo, en el silencio aprendes una autonomía que te da libertad, en el silencio vas a vivirte lleno de seguridad, sin ninguna dependencia, no vives a expensas de nadie, no tienes porque vivir en dependencia de nada. Te recibes de una fuente, de una presencia, de un soplo, de un viento que no te falta. En el silencio te recibes de ti mismo.

¡Comprueba esto! ¡Verifícalo día tras día! y verás como florece en ti la libertad, verás como renace en ti la autonomía, verás como renace en ti la firmeza, la armonía, la seguridad, verás como renace en ti una paz que no tiene fin.

 

Fr José F. MORATIEL