La realidad es que hay más bondad y bien que mal. La fuerza de la bondad nada que ver con el mal de nuestro mundo. Es fácil recordar etapas de la historia del ser humano. Lo que pasa es que el bien no hace ruido.
Pero también hay hechos negativos que no se pueden ocultar. Están ahí. "No hay peor ciego que el que no quiere ver".
El problema es el "otro". Un conocido psiquiatra dice que "la gente habla sola porque tiene miedo a hablar con el otro" (Grosz). Es una experiencia desde sus conocimientos profesionales. Hay profesiones en las que "cotidie" se experimenta el gran mal de nuestra sociedad: el miedo a hablar con el otro, con el que está a mi lado, con el vecino. No podemos negar la realidad de los desencuentros: "es que no quiero ni verlo". Se da en la familia, en la casa donde vivimos; en el trabajo, en toda clase de vida comunitaria.
Comulgamos y no comulgamos.
Es una triste realidad.
No sé si será la envidia, el miedo, el aire que nos rodea. ¡¡Cómo nos atenaza y paraliza el miedo!! Miedo a hablar, miedo al otro.
Muchas personas viven o vivimos en duelo permanente. ¡ Qué malo para el corazón! Que malo para todo. ¡¡Pésimo!!
No aparece la gratitud, el gozo por el bien que supone el otro. La gratitud nos lleva al amor. Si no apreciamos "alguito" al otro es imposible quererlo.
¡¡Y hay sufrimiento!!, indudablemente y mucho. Es una insensatez decir que no hay sufrimiento en la "ruptura". En tantas rupturas. La relación que se rompe, será más o menos importante, pero miente el que niega la sensibilidad y sentimientos de los seres humanos. El rico mundo de los sentimientos y de la conciencia. Y es un tema no solo frecuente, sino muy serio. Son muchas las personas de toda condición hundidas en su interior. Me decia ayer una persona con muchos bienes: "llego a casa y me tiro al sillón hundido. Estoy roto por dentro".
Toda ruptura nos afecta; todo contratiempo, todo desamor. Será más o menos, pero todos sentimos la herida.
"Perdono, pero no olvido". ¿Y qué? Dejar dentro la espina, dejar abierta la herida uno y otro dia. ¡Qué bueno curar las heridas!
Nuestra humanidad, cada uno de nosotros tenemos que intentar --me parece-- hacer la vida no tan difícil. Mandela decía que "una de las cosas más difíciles, no es cambiar la sociedad, sino cambiarse a uno mismo".
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