El joven Diego Martínez es el reciente Premio Europeo de Física, pero se queda sin beca para investigar en España. Nuria Martí participa en Oregón (USA) en el equipo de investigación que trabaja en la clonación de células madres embrionarias y había sido despedida por un ERE en España. Alemania firmará un acuerdo con España por el que dará empleo anualmente a 5.000 jóvenes.
“Se van los mejores” era uno de esos lugares comunes que en el pasado se pronunciaba en los entierros y que en el presente la usan los tertulianos y los aficionados a la sociología pedestre para describir a los jóvenes que han tenido que marcharse al extranjero a buscarse la vida, o están a punto de hacerlo.
Pero no se van exactamente los mejores, se van los que pueden irse, los que eligieron profesiones exportables: los científicos, los ingenieros, los arquitectos, etc., porque en España se están sacrificando muchas cosas en aras de cuadrar el dichoso déficit y es una pérdida que según los ritmos de las diferentes especialidades tardará en recuperarse bastantes años. Pero también hay otras profesiones que aun requiriendo mucho talento no son exportables. Y, por lo que se escucha a muchos de los que se han ido o están a punto de irse, se mezcla en su corazón la alegría de tener trabajo y la incertidumbre por el país que dejan, así como el pensar que con mucha probabilidad no puedan volver a casa a desarrollar lo que aprenderán fuera.
En principio, es bueno que en nuestra bastante inmovilista cultura vuelva el verbo "emigrar" como una actividad posible. Pero tampoco comprendo cómo se suelta con tanta ligereza una frase que, si se piensa dos veces, resulta bastante insultante, porque también se quedan los mejores.
A mí me preocupa que tanto talento joven en España no encuentre en ella los cauces para desarrollarse.
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