Romance Santo Domingo el Real de Toledo

Este romance del nascimiento de Nuestro Salvador que metrificó fray Ambrosio de Montesino a pedimiento de la señora doña Juana de Herrera priora de Santo Domingo el Real de Toledo

"Ya son vivos nuestros tiempos y muertos nuestros temores,
de otro sol se sirve el mundo, la luna de otros colores,
de la noche hacen día los cielos con resplandores,
despierte el seso turbado con tan divinas labores
que nacido es ya en Belén la luz de los pecadores
para reparar la culpa de nuestros antecesores.
Este es el Rey de los reyes y Señor de los señores,
concebido como flor y nacido sin dolores,
de dentro se siente Dios sin tener superiores
de fuera padece fríos de muy ásperos rigores.
Fueron de su nascimiento ángeles albriciadores,
do servían serafines de muy suaves cantores
diciendo gloria in excelsis con tiples y con tenores,
mas oíd las contras bajas de armonía no menores
quel príncipe por quien cantan lloró con bravos clamores
por ensalzarse en él vino a otros plantos mayores,
con los cuales dio su alma en la cruz por mis errores.

Vestido de alegres luces un ángel de los mejores
revelando este misterio esto dijo a los pastores:
La virgen llave del cielo, corona de emperadores,
hoy es parida de un hijo más hermoso que las flores,
excelente más que el cielo más que todos sus primores,
los reyes le son cautivos, los ángeles servidores,
las estrellas todas cuentan sin arte de contadores.
El mundo soporta entero, sin segundos valedores,
en todas las partes mora, sin verlo los moradores,
con todas las cosas cumple, por cien mil gobernadores,
mas de tanta magestad, no cures de haber pavores,
que todo es vena de vida y cordero sin furores.
Id a Belén de Judea como diestros corredores
y series de este tesoro los primeros inventores
y veréis envuelto en paños, no brocados cobertores,
su madre lo está adorando cubierta de resplandores
y de verlo Dios y hombre vánsele y vienen colores.

Los pastores de esta nueva, no fueron despreciadores,
a Belén van y lo hallan sin ricos aparadores,
sin brasero, sin cortinas, sin duques por servidores,
sin bastón y sin corona de labor de esmaltadores,
sin estoque, sin celada, sin grandes embajadores,
mas hállanlo fajadito, encogido de temblores.
Un pesebre era su trono, dos bestias sus valedores,
heno se viste por oro, no ropa de bordadores,
un portal son sus posadas, no labrado de pintores,
común a los cuatro vientos y a todos los labradores.
Oh Dios mío, quien te viera en tan bajos disfavores.

Adoraron luego al niño con reverendos honores,
espantados de su madre, más sabia que los doctores,
que daba leche al infante con ojos contempladores.
Oh flaca naturaleza, que buen par de intercesores
te puso Dios en el mundo, para que en el cielo mores,
pues buen tiempo es ya mi alma que lo sirvas y lo adores
y que tú Virgen y Madre por el Montesino implores
fray Ambrosio de la Orden, muy suya de los menores".

Amén

. B.N., Raros, Fray Ambrosio de Montesinos 111, "Romance del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo", c. 1485. Doy gracias a sor María Jesús Galán, religiosa de Santo Domingo el Real de Toledo, por haberme facilitado este texto.