La verdad

    * Sobre este tema: Sementera, 75-76.

La Verdad es lo que queda cuando todo queda asentado.

La Verdad es la desnudez.

Los dominicos somos la Orden de la Verdad: por eso no deberíamos llenarnos la boca de palabras, sino despojarnos de todo.

“El silencio vuelve casi trasparente lo indecible, canta lo inefable. Y es que la verdad no es lo se dice sino lo que acaba de decirse. En realidad, la verdad es el silencio más que las palabras” (Cosecha, 117).

“El silencio es así camino para ir más allá, para ir a lo más firme y verdadero e incuestionable de uno mismo” (Cosecha, 184).

“Para ver hay que ir a la luz. A pleno sol no hay sombras. A pleno silencio, en el extremo silencio, la sombra desaparece. Sólo entonces podremos buscar la verdad interior.

El silencio es algo inédito. No se puede definir. Tampoco se puede empujar, por lo que la paciencia es necesaria para la práctica” (Conversando, 68).

“El girasol se orienta a la luz; en cuanto amanece se vuelve a la luz. Orar como un girasol es estar orientados a la luz. Es muy importante estar orientados” (Sementera, 75).

“De Santo Domingo dicen los testigos que siempre le veían un semblante resplandeciente reflejo de la luz interior; que es realmente lo que nos orienta, nos conduce” (Sementera, 76).

“…lo único real es invisible” (Cosecha, 72).

La luz

    * Sobre este tema: Posada, 68; Alcoba, 15-16, 79-80, 143-144, 239-240.

El corazón es la “lámpara de nuestros pasos” (cf. Sal 119,105).

“…ves cada cosa como envuelta de una aureola de luz que protege y muestra, a la par, el tesoro oculto” (Cosecha, 72).

“…la luz siempre es nueva, la luz siempre es virgen, la luz nunca ha sido” (Desde, 179).

“Nuestra oración silenciosa es como una acto de confianza en esa luz interior” (Alcoba, 80).

“La luz no necesita de las cosas, pero las cosas sí necesitan de la luz” (Alcoba, 166).

“Ésta llega a nosotros inmaculada y virgen. Y es una invitación a que nuestra vida, en esta hora, sea nueva y virgen” (Alcoba, 239).

“La luz existe. Pero cada vez son menos los ojos que se abren a ella” (Cosecha, 188).

“Tú eres ojos que ven y oídos que escuchan, si eres silencio.

Tú eres luz, palabra y presencia si eres silencio” (Cosecha, 189).

La sabiduría

    * Sobre este tema: Sementera, 83-86; Posada, 40; Desde, 187-190.

La sabiduría no es ni juicio, ni análisis, ni meditación, etc. La sabiduría es silencio (cf. Is 55,8-11).

La sabiduría es vivir con ojos limpios (cf. Mt 7,1-5/Lc 6,37-42).

Cuando acallamos nuestro interior, cuando hacemos silencio, descubrimos cosas nuevas. Sí, sencillamente “descubrimos”.

La sabiduría puede comprender hasta la contradicción.

Desde el exterior no podemos comprender nada. Dos exterioridades lo único que hacen es chocar.

Desde nuestra luz interior iluminamos las cosas. Éstas cobran existencia. Pero la luz interior no necesita las cosas.

Todo se esclarece cuando Dios es todo para nosotros.